Gerardo Werthein llegó a Cancillería con la orden de Javier Milei de ampliar la reforma

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El presidente Javier Milei le tomó juramento como nuevo responsable de la Cancillería a Gerardo Werthein en remplazo de Diana Mondino y le encomendó la tarea de encarar una amplia reforma del sistema diplomático que tiene dos caras, una vinculada a la reducción de personal en línea con el ajuste del gasto público y otra a la «purga» de tipo ideológico que quiere en la política exterior.

Horas antes de jurar en el cargo durante un acto protocolar en la Casa Rosada, Werthein adelantó la decisión de desplazar a casi todo el gabinete que acompañó a Mondino, que fue removida del cargo a fines de la semana por el voto de la Argentina a favor de Cuba y en contra del embargo sobre ese país, a contramano de Estados Unidos e Israel, en la Asamblea de Naciones Unidas.

Sin embargo, la medida va más allá del normal reemplazo de equipos que se da entre la salida de un ministro y la llegada de otro. Según supo iProfesional de fuentes gubernamentales pretende ser el punto de partida de una reforma mucho más profunda de todo el sistema de embajadas y consulados.

La idea es llevar a cabo una drástica reducción del personal. La intención de la Casa Rosada es que sea del 50%, aunque primero habrá un relevamiento sobre todas las embajadas para evaluar cada caso. De todas formas, la cuestión administrativa parece pesar menos que el objetivo político: Milei quiere alinear a todo el sistema diplomático con su visión particular del mundo, sin contemplaciones hacia la llamada «diplomacia profesional».

Así se le llama al ejercicio de las relaciones exteriores que busca un equilibrio entre las necesidades de cada país, la coyuntura internacional y los compromisos previos o antecedentes históricos. Al Presidente no le interesan esas cuestiones (que solo parece atender en el caso puntual de China) y lo que busca es asegurarse un férreo control sobre la política exterior.

Javier Milei le abrió la puerta a Gerardo Werthein: ¿habrá más despidos en Cancillería?

Werthein decidió remover a los secretarios más importantes de Cancillería que trabajaron con Mondino, como Marcelo Cima (Relaciones Económicas), Paola Di Chiaro (Malvinas) y Ernesto Gaspari (Coordinación y Planificación Exterior).

Si bien la decisión generó ruido, mucho más novedosa es la decisión de remover también a todos los subsecretarios, que suelen ser funcionarios «de carrera» que trabajan bajo distintas gestiones. El pedido de renuncia les llegó a Mariano Vergara (Asuntos Latinoamericanos), Gabriel Martínez (Negociaciones Económicas Internacionales) y Marcia Levaggi (Política Exterior), entre otros.

Esto fue una muestra concreta de que los despidos no forman parte solo de la transición entre Werthein y Mondino. El ahora ex embajador en Estados Unidos tiene la misión de reducir fuertemente el gasto del área diplomática y se decidió también cerrar embajadas en aquellos países que no tengan un vínculo comercial importante con Argentina.

Varias de ellas serán reemplazadas por «agencias» que representarán al país pero que requerirán de mucho menos personal. El Gobierno reducirá así el gasto en sueldos del personal diplomático, especialmente de los embajadores, que según filtró la Rosada cobran alrededor de u$s20 mil por mes.

La idea general es acercarse lo más posible a una reducción de casi la mitad en la planta de personal total de la Cancillería. La medida tiene sentido para el achicamiento del Estado que Milei fijó como un objetivo concreto de su gestión, pero se complementa con la finalidad política.

La «purga» en Cancillería: ¿Milei busca más control sobre la política exterior? 

En la entrevista que dio este lunes, horas antes de la jura de Werthein, Milei remarcó en dos oportunidades que «la política exterior la fija el Presidente». Hay una intención cada vez más clara del mandatario de tener un control total sobre las relaciones exteriores del país que ya aparecía sugerido la intervención que ejecutó su hermana, Karina Milei, sobre la gestión de Mondino.

«Yo había dicho que mi alineamiento era con Estados Unidos e Israel. Entonces no podés ir a una votación donde todos los países quedan de un lado y Estados Unidos e Israel quedan del otro. Nosotros tenemos que quedar ahí», subrayó el mandatario sobre el caso de Cuba.

Si bien es lógico que el jefe de Estado pretenda que la política exterior se acomode a su visión del mundo, Milei le otorga menos importancia al costado pragmático de la diplomacia para lograr los objetivos buscados que la «pureza» ideológica y lo dejó en claro en los últimos días.

Primero se anunció una «auditoría del personal de carrera para identificar a los enemigos de la libertad» y ahora el mandatario definió a cualquiera que haya participado de la votación a favor de Cuba como «traidores a la Patria».

De esta forma, el Presidente empieza a sugerir que no busca solo moldear los objetivos de la política exterior del país según los de su gestión, sino impregnarla con su propia visión de un mundo en el que hay que librar una «batalla cultural» contra las «ideas de izquierda».

Proyección internacional y «batalla cultural»: la visión geopolítica del Presidente

Milei le da mucha importancia a su propia proyección internacional. Apenas inició su mandato viajó numerosas veces para dar charlas ante auditorios de todo tipo -algo que tuvo que acotar frente a las críticas que empezaba a recibir por estar tan seguido fuera del país- y llegó a definirse a sí mismo como «el máximo exponente de la libertad a nivel mundial».

La visión del mandatario sobre el tablero geopolítico va más allá del alineamiento con Estados Unidos e Israel, que defendió como razón principal del cambio en Cancillería. Milei cree que los organismos internacionales como la ONU fuerzan a través del crédito a los países más relegados a plegarse a una agenda que, a su criterio, es «socialista» o «de izquierda».

El Presidente hizo pública esta idea durante su discurso ante la Asamblea de las Naciones Unidas, donde se negó a que Argentina firme el «Pacto del Futuro», un compendio de objetivos acordados por una mayoría de países sobre temas como la prevención del cambio climático y la igualdad de género, muy resistidos por Milei y otras figuras de la «nueva derecha», como Donald Trump.

Antes, al participar del Foro Económico Mundial de Davos, el Presidente ya había advertido que «Occidente está en peligro» porque esos organismos internacionales y busca parte de la política tradicional están «cooptados por una visión del mundo que inexorablemente conduce al socialismo y, en consecuencia, a la pobreza».

Esa es la mirada que Javier Milei intenta que a partir de ahora defienda todo el servicio diplomático argentino y es la razón de fondo de la «purga» que le ordenó hacer a Gerardo Werthein en la Cancillería, más allá de la intención administrativa de que la «motosierra» sobre el gasto del Estado alcance también al sistema diplomático.

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