Javier Milei dejó en claro, y el proyecto de Presupuesto lo ratifica, que la industria, el comercio y la construcción están afuera del radar del programa económico. Son los sectores más castigados en diez meses de gestión libertaria y las perspectivas para 2025 no son mucho mejores. El Presidente no repara en su derrumbe ni contempla acciones de rescate. Más bien se dedica a insultarlos y a acusarlos de delincuentes. «Como somos gente honesta, lo primero que cortamos fue la obra pública», les dedicó este viernes en IDEA, al identificarlos como cómplices de «los curros de la política».
Sobre el cierre de la petróquímca Dow en Río Tercero, que puede arrastrar en su caída a Fabricaciones Militares y a otras industrias proveedoras de esa gran planta, ni Milei ni el ministro Luis Caputo hicieron referencia ante los fans de Mar del Plata. La última vez que el Presidente le dedicó unos minutos a la industria fue para decir que le robaba los dólares al campo.
Respecto de la caída record del consumo masivo en septiembre, la peor desde que hay registro, tampoco hubo palabras en los discursos oficiales. Ni siquiera para pedir paciencia. Ese mes las ventas se desplomaron 22,3 por ciento de manera interanual, a pesar de las campañas de promociones y descuentos cada vez más agresivos que hacen tanto grandes cadenas como comercios de barrio para tratar de despachar algo.
El ajuste del gasto público explica en buena medida esa situación.
Motosierra
En septiembre, la reducción del dinero que vuelca el Estado a la economía fue del 25,2 por ciento en términos reales, en comparación con igual mes de 2023. En diez meses de gestión, la motosierra cortó el gasto un 29,5 por ciento.
El Centro de Economía Política Argentina (CEPA) precisó donde operó el recorte el mes pasado: obras en educación, -98 por ciento; en vivienda, -93 por ciento. Es decir, ambas están prácticamente paralizadas. La obra pública en conjunto recibió 73 por ciento menos, Para energía, que se presenta como la gran amenaza del verano por los cortes de luz por la falta de inversiones, el gobierno de Milei achicó el presupuesto en 35 por ciento.
Sin embargo, la mayor partida recortada en términos absolutos es la que corresponde a jubilaciones, por la magnitud de ese gasto, que llegó al 11 por ciento interanual en septiembre.
Las proporciones se explican así: de cada 100 pesos de caída del gasto público, 25,3 pesos se los quitaron a las jubilaciones, 23,7 pesos a la obra pública, 13,4 pesos a los subsidios -por los aumentos de tarifas-, 12,3 pesos a gastos en el Estado -por el despido de empleados-, 10,6 pesos a prestaciones sociales -como los alimentos que no llegan a los comedores- y 7,7 pesos a transferencias a las provincias.
Más motosierra
El ministro que participó del recorte a los jubilados del 13 por ciento en 2001, entre otros hitos, Federico Sturzenegger, anunció también en IDEA que la motosierra será todavía más salvaje el año que viene. Los damnificados serán otra vez los mismos, ya que representan las partidas más importantes del gasto público. Las posibilidades de recuperación de sus economías, en consecuencia, se diluyen. Para ellos va quedando en el olvido la promesa de una recuperación vigorosa en forma de V.
Si hubiera rebote o crecimiento de la economía el año que viene, no sería con su aporte como factor preponderante. Más bien su destino es la L, con algunos que caerán debajo del promedio o cerrarán definitivamente y otros que se quedarán con sus porciones de mercado, pero en un proceso general de achicamiento productivo.
Esa economía expulsa empleo, castiga el salario y no prevé la recuperación de las jubilaciones.
En un punto, la economía de Milei se parece a la de Carlos Menem a partir de 1998, cuando se instaló una recesión que duró cuatro años, cada vez más dura por sus efectos sociales, con el extremo de la explosión de 2001. El problema no era la inflación, era que la gente no comía, como sucede en la actualidad, en proporciones similares a las de aquel colapso nacional.
Los que sí, los que no
La Fundación de Investigaciones para el Desarrollo (FIDE) explicó en términos macro esta característica saliente del modelo Milei.
«La lógica implícita en el programa económico del Gobierno conduce a una recuperación muy heterogénea a nivel sectorial, con achicamiento relativo de los sectores dependientes del mercado interno (industria, construcción, comercio) y mayor dinamismo de los sectores exportadores primarios (agro, energía y minería, principalmente). Es decir, se asiste a una mayor primarización de la estructura productiva».
La combinación de caída de salarios y aumento de la desocupación generó una fuerte baja del consumo y la producción, agrega el documento. El PIB cayó 3,4 por ciento interanual en el primer semestre, pese a la recuperación del agro frente a la sequía del año pasado. Si se excluyera el aporte del sector rural, «la caída general de la actividad habría sido de más del doble de la registrada», plantea FIDE. Es decir, una contracción del PIB en torno a los 7 puntos.
Hacia adelante, «el gasto publico seguirá jugando un rol contractivo que se profundizará de la mano de la regla fiscal que fijó el Gobierno en el Presupuesto de 2025, según la cual si cae la recaudación se reducirá el gasto en la misma magnitud».
Las petroleras, las mineras, las grandes explotaciones agropecuarias serán las ganadoras de esa economía, con las mayorías populares a un costado.