Riquelme y Martínez se reunieron durante más de dos horas: las tres razones por las que Román no echó al DT de Boca

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La reunión no se produjo en una estación de servicio, como cuando el Consejo de Fútbol despidió Sebastián Battaglia, una situación que disparó memes en las redes sociales. Sin embargo, la cumbre que Juan Román Riquelme y Diego Martínez mantuvieron en el predio de Ezeiza dejó claro que el ciclo del entrenador se está quedando sin nafta. La charla se prolongó durante tres horas. En definitiva, tal cual adelantó Clarín, seguirá en el banco. Sin ir más lejos, tras el mitín, el técnico condujo la práctica y el sábado dirigirá ante Belgrano. ¿Y después? “Se verá”, contestaron cerca del presidente. Lo que suceda en Córdoba puede ser determinante.

Román no echó a Martínez por tres razones. Como primera medida, porque la derrota se produjo en el Superclásico, ni más ni menos. Que los medios dijeran que River había sido el causal de la salida del entrenador era un costo político muy grande. Basta con recordar la salida de Miguel Angel Brindisi hace exactamente 20 años en el Monumental. En segundo orden, porque su posible reemplazante tiene trabajo. Se trata del Kily González, que está al frente de Unión de Santa Fe protagonizando una gran campaña. Y en tercer lugar, porque el contrato recién tiene fecha de vencimiento en diciembre de 2025. El técnico, entonces, no se irá gratis: todavía está pagando de su propio bolsillo la rescisión del vínculo con Huracán, que interrumpió seis meses antes para poder cumplir su sueño de sentarse en el banco azul y oro.

El mano a mano entre Martínez y Riquelme, que se organizó entre gallos y medias noches y obligó a cambiar el horario del entrenamiento, tuvo como objetivo semblantear la coyuntura. El mandamás xeneize ya había enviado a Marcelo Delgado y Mauricio Serna a estudiar el terreno 48 horas antes. Fue el mismo sábado de la caída con River en la concentración. Esta vez, fue el propio Román el que se sentó a escuchar al estratega de 45 años.

Riquelme se mostró disconforme durante el partido. Foto: Marcelo CarrollRiquelme se mostró disconforme durante el partido. Foto: Marcelo Carroll

Martínez sabe que no tiene mucho hilo en el carretel. El propio entrenador reconoció la colección de fracasos: a la eliminación en las semifinales de la Copa de la Liga y en los octavos de final de la Sudamericana, se le suma la pobre performance en el campeonato doméstico. También, la difusa identidad de su equipo. Una derrota contra Belgrano será difícil de tolerar. Fundamentalmente, porque el domingo 6 de octubre recibirá a Argentinos Juniors. Y el último partido a orillas del Riachuelo fue un cabildo abierto: hubo silbidos, insultos y hasta Sergio Romero estuvo a punto de irse a las manos con los plateístas.

Riquelme está muy enojado. Las imágenes que se viralizaron en su palco lo mostraron como pocas veces. Con cara de preocupación, agitando los brazos, dando explicaciones, perturbado por lo que veía en el campo de juego. Públicamente, el presidente mostró muy poca autocrítica. Y en el hincha ya empezó a separar los recuerdos de aquel maravilloso crack para cuestionar su rol ejecutivo. Por los refuerzos y por una campaña deportiva que lo salpica. Porque por más que Román pondere los logros en el vóley o en el fútbol femenino, lo único que importa es el equipo profesional.

En las últimas horas, Román no sólo recibió críticas de los socios; también, de sus opositores políticos y hasta de Javier Milei. El Presidente de la Nación publicó el telón de la Doce con un mensaje fuerte. También, Mauricio Macri y Andrés Ibarra, el ex titular de Boca y su delfín en las elecciones del año pasado, fueron ásperos con el ex enganche.

Me duele, no puedo creer en lo que han transformado a Boca. Y esta situación va mucho más allá de lo que pasa dentro de la cancha”, apuntó el ex Presidente de la Nación, que dirigió los destinos de Boca desde 1995 a 2007. Lo hizo a través de su cuenta de X y citó a su compañero de fórmula en las elecciones que perdió con Riquelme. Ibarra consignó: “Lo de ayer fue un claro ejemplo de lo que les anticipamos: falta de gestión y total improvisación por parte de Riquelme al frente de nuestro querido Boca. Fútbol profesional sin resultados y sin rumbo; socios afuera, colados por todos lados, entradas para los amigos. Comportamiento inapropiado de los jugadores con sus hinchas. ¡Y una autocracia y soberbia sin límites! Esto no es el Boca grande que queremos para los socios y sus hinchas. Esto es una vergüenza desde hace tiempo”.

Román hace oídos sordos. Encerrado en su intimidad, sólo habla con Cristian, su hermano y confidente. Y le da instrucciones a sus laderos en el Consejo de Fútbol: el Chelo, Chicho y Raúl Cascini.

¿Y Martínez? Dirigió la práctica como si nada hubiera pasado. No habló del tema con los jugadores. Tampoco dio señales de lo que hará con Romero, aunque Riquelme quiere un castigo para el arquero. Seguro, habrá cambios. El técnico también necesita dar un mensaje hacia afuera. Tiene claro que sólo un golpe de timón le permitirá sobrevivir en las profundas aguas xeneizes.

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