Especialistas dudan de que el superávit comercial alcance para bancar el dólar blend

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Algo oculto por la polémica sobre las retenciones a la exportación, hay un dato clave en el presupuesto 2025: el gobierno está diciendo que el saldo de la balanza será un 20% superior al nivel de exportaciones. Dicho en otras palabras, alcanzará para compensar la porción de dólares que quedan fuera del país por el esquema «blend» para la exportación.

Es una información clave para el mercado financiero, porque apunta a la sustentación del esquema cambiario. Según Toto Caputo, durante 2025 no habrá devaluación, se continuará el crawling peg aunque a un ritmo mensual de 1,5% -a tono con la inflación- y, en ese marco, se producirá un holgado superávit comercial.

Presupuesto 2025: ¿el superávit comercial alcanza para bancar al dólar blend?

En los últimos meses, habían surgido dudas respecto de si existía riesgo de incurrir en déficit de la cuenta corriente -de hecho, van dos meses seguidos con números en rojo-, por la tendencia al adelgazamiento del saldo comercial.

Y, justo en el marco de preocupación por la escasez de reservas, varios economistas estaban advirtiendo sobre cuál sería el punto crítico donde aparecerían los problemas. Por caso, Domingo Cavallo había afirmado que se necesitaba que el superávit superase en 20% a las exportaciones, y adelantaba que le parecía una meta muy difícil de cumplir.

La argumentación del exministro era que mientras las exportaciones fueran tan altas como para resignar el 20% que va al mercado «contado con liquidación» y aun así alcance para pagar las importaciones, no habrá una crisis inminente.

Y, coincidentemente, en las proyecciones que envió Caputo, ese índice de saldo comercial sobre exportación da justo 20%. El problema es que casi nadie cree que se pueda cumplir. Hay dudas tanto en la proyección de exportaciones por u$s104.000 millones como en la de importaciones por u$s83.000 millones.

Respecto de las ventas -que según el presupuesto aumentarán 9% el año próximo- las dudas surgen por la caída de los precios en el mercado internacional de materias primas. Que, para colmo, coinciden con un agravamiento de los pronósticos sobre las lluvias en el campo argentino.

Y en cuanto a las importaciones, los economistas ven contradictorio un crecimiento de 5% de la actividad económica con apenas una suba de 13% en las compras de insumos. En una reciente exposición académica, el influyente Ricardo Arriazu, uno de los economistas que suelen manifestar su apoyo al programa oficial, dio un pronóstico bien diferente: una suba de importaciones por 30%.

Hablando en un evento en la Universidad de Córdoba, admitió que esas cifras hacen que sea difícil afrontar el calendario de pagos de la deuda en dólares para el año próximo. «No me dan para pagar los u$s11.000 millones, pero sí los intereses. Para el resto, hay que mirar la política cambiaria y monetaria», afirmó, insinuando que en algún momento habría algún cambio en la rígida línea actual.

Con los números que prevé Arriazu, el año que viene la balanza comercial dejaría un superávit de u$s8.000 millones. Un número considerablemente inferior al saldo de u$s20.748 millones que calculó Toto Caputo.

Respiro en la balanza de agosto

En medio de este debate, acaban de conocerse los datos del comercio exterior correspondientes a agosto, que permiten el doble festejo de superávit comercial junto con el fiscal, a tono con el discurso oficial. Son números relativamente buenos en términos de superávit: se volvió a ubicar cerca de los u$s2.000 millones mensuales, pero no por una mejora de las exportaciones sino por una caída en las importaciones.

Es decir, exactamente el punto que los economistas marcan como difícil de sostener en el tiempo, sobre todo si se está previendo una recuperación de la actividad. Según la vieja regla aceptada en el mercado, en la economía argentina rige la regla del «tres a uno»: por cada punto que aumenta el PBI deben subir tres puntos las importaciones, dado que la industria y el agro necesitan una mayor cantidad de insumos y partes traídas desde el exterior.

En agosto jugó a favor el cambio de temperatura: ya pasados los fríos más rigurosos del invierno cayó la importación de barcos con gas licuado, con lo cual la balanza energética -que en junio había dado déficit- incrementó su superávit a u$s313 millones.

El gráfico del Indec muestra la consolidación del superávit comercial, gracias a la mejora en el rubro energía

El gráfico del Indec muestra la consolidación del superávit comercial, gracias a la mejora en el rubro energía

El rubro de la energía sigue siendo la gran apuesta del gobierno, que estima que este año se podría terminar con un robusto superávit de u$s4.000 millones, quebrando una saga de años de cifras en rojo.

En cuanto al resto de los rubros, comenzó a verse la previsible merma en el ingreso de ventas por materias primas y también por manufacturas de origen agrícola, aun cuando la liquidación de los productores rurales se ha mantenido relativamente alta con comparación con la media histórica de esta época del año.

Un superávit que adelgaza

El superávit comercial de agosto, sin embargo, no termina de despejar las dudas en el mercado. Para que se cumplan los pronósticos oficiales de este año -un optimista objetivo de exportaciones por u$s95.414 millones, sería necesario que en el último cuatrimestre del año se registraran ventas por u$s10.750 millones.

Es una cifra en la que la mayoría de las consultoras no cree, dado que estos meses son, precisamente, los que registran la performance más floja del sector agropecuario, que ya terminó de liquidar la mayor parte de la cosecha gruesa y todavía no arrancó la fina.

Por caso, la consultora LCG pronostica que este año terminará con exportaciones por u$s79.000 millones. Es una diferencia grande respecto de la estimación oficial. Pero lo grave no sería el error de cálculo, sino que ya toda la estimación del presupuesto 2025 arrancaría con una baja credibilidad.

En el sentido inverso a las exportaciones, lo que se espera para las importaciones es que en los próximos meses pueda registrarse un incremento fuerte, dado que hasta ahora había cierta retracción de las compras, porque los empresarios estaban a la espera de que se redujera el impuesto PAIS.

Recién en septiembre empezó a regir el recorte de la alícuota -desde 17,5% a 7,5%-, lo cual hace que en los últimos meses del año se podría registrar un efecto de «puesta al día» por las compras que habían sido pospuestas.

En definitiva, todo apunta a que el superávit actual tiene chances de adelgazarse en los próximos meses. Si se cumpliera la expectativa de consultoras y bancos reflejada en la encuesta REM, el saldo comercial del año sería de u$s18.694 millones. Es decir, un 15% menos que la estimación oficial.

Aun así, de momento se está cumpliendo «la regla de Cavallo»: el superávit sigue siendo mayor al 20% de las exportaciones, con lo cual se logra cubrir el costo de las importaciones aun después de resignar la parte del dólar «blend» que va al mercado «contado con liquidación».

Pero no hay mucho margen para el festejo, porque en el mercado hay señales de descreimiento sobre la posibilidad de que esa situación se mantenga en 2025. Las únicas buenas noticias llegan del rubro energético, que podría consolidar su superávit, pero aun así no sería lo suficientemente grande como para compensar los otros factores que jugarán en contra.

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