Argentina es uno de los cuatro países de América Latina que integran el top 50 de exportadores del sector de Software y Servicios Informáticos (SSI) a nivel mundial. Pero su vertiginoso crecimiento desde principios del siglo XX – medido en exportaciones y empleo- se ralentizó hacia 2017, lo que hizo que el país perdiera posiciones en el ranking global de crecimiento. Pasó de ocupar el puesto 25 al 36 entre 2011 y 2021 y se alejó de la performance de países como Brasil, Polonia o Rumania, tradicionalmente referentes en la comparación Argentina. A pesar de que todas las miradas están puestas en las actividades extractivas de recursos naturales como fuente de dólares, este sector podría crecer reformulando el marco de incentivos sobre el que se apoyó el crecimiento, ahora apuntalado a una nueva generación de pequeñas y medianas empresas especializadas en producto, que generan valor agregado e impactan en otras actividades productivas.
«El retroceso de la posición de Argentina en el ranking global de exportaciones de SSI se explica por una combinación de fenómenos vinculados a la situación del sector en la Argentina y al desempeño del resto de los países que compiten en el mercado global», observa uno de los documentos que forma parte de la serie «Anatomía de la industria del software» que realizaron los investigadores Tomás Bril Mascarenhas, Jimena Rubio, Nicolás Sidicaro, Ezequiel Tacsir y Mariano Stampella de Fundar.
Entre los fundamentos globales de este retroceso, Fundar resalta la concentración del mercado mundial en grandes jugadores que exportan más de 10.000 millones de dólares anuales (para tener en cuenta la dimensión, Argentina exportó 2500 millones de dólares en 2023), sumado a un aumento en el nivel de competitividad en el mercado global incluso en países con niveles de exportación similares a Argentina. Puertas adentro, el crecimiento se vio afectado por las medidas de restricción cambiaria implementadas a partir de 2011 y un agotamiento del modelo de crecimiento inicial del sector, apalancado por los incentivos de la Ley de Promoción de la Industria del Software -renovados en 2019 bajo la Ley de Economía del Conocimiento, con vencimiento en 2029-.
Semillero de talentos
Si bien Argentina es reconocida por ser cuna diversos unicornios – firmas con valuación de mercado cercana a los 1000 millones de dólares- asociados al software por encima de la media mundial dado el tamaño del mercado, entre los que se destacan MercadoLibre (1999), Despegar (1999), Globant (2003) y, más cerca en el tiempo, Tiendanube (2015), Ualá (2017) y Bitfarms (2017), «sería equivocado pensar que este es el panorama general», asegura Fundar y describe que el sector de SSI argentino está fundamentalmente compuesto por microempresas y empresas pequeñas que venden horas/programador a bajo costo. Este tipo de firmas surgieron sobre todo en los últimos diez años y tienen un peso muy relevante dentro del sector (77 por ciento del total de en 2021).
En este marco, es clave repensar el marco en el que se apoyó el crecimiento del sector: «A veinte años de la creación del régimen de promoción sectorial —primero vigente bajo la Ley de Promoción del Software (2004-2019) y luego bajo la Ley de Economía del Conocimiento (2019-2029)— resulta imprescindible rediseñar el régimen con una perspectiva estratégica orientada a promover actividades con mayor valor agregado a fin de desarrollar ventajas comparativas incipientes», asegura Fundar.
Entre los aspectos a considerar, insiste en mejorar las condicionalidades del plan para que, entre otras cosas, la permanencia para las empresas beneficiarias esté sujeta al logro de ciertos objetivos/condicionalidades, más ambiciosos que los actualmente presentes en la LEC. Segundo, se debe repensar cómo mejorar el alcance de los beneficios del régimen, que en 2022, sólo alcanzaba al 11 por ciento del total de empresas de SSI. «Por un lado, hacia empresas de menor tamaño. Por otro lado, hacia empresas orientadas a desarrollar productos para sectores exportadores dinámicos (como los vinculados a los recursos naturales o a la industria manufacturera asociada a la exportación)», asegura Fundar, «el camino más probable hacia una inserción internacional especializada es desarrollar productos de software para sectores donde Argentina ya es altamente competitiva y que eso sirva como campo de prueba y primer portafolio de clientes para luego salir al mundo».
Tercero, en la creación de fondos de inversión especializados para el acceso al financimiento. Cuarto y último, el rediseño del régimen debe ser acompañado por «mecanismos de transparencia adecuados que provean información sobre su cobertura, su funcionamiento y sus resultados. Por ejemplo: quiénes son sus beneficiarios, la cantidad de años de permanencia en el régimen y los montos recibidos».
Más allá de repensar el régimen de Economía del Conocimiento, el think tank propone pensar políticas públicas en base a cuatro dimensiones: financiamiento, internacionalización, vinculación con el entramado productivo, y formación y capacitación.
En números
El sector de SSI argentino mostró un importante dinamismo durante los últimos veinte años. El número de trabajadores y trabajadoras se incrementó 5,5 veces entre 2003 y 2023. Pasó de representar el 0,7 al 2,1 por ciento del empleo privado de Argentina en la década. «De esta manera, superó los puestos de trabajo registrados por sectores como el automotriz y actividades como el petróleo y la minería», resaltaron desde Fundar en una conferencia de prensa presentando el informe. Considerando las tasas de informalidad, la cantidad de trabajadores totales del sector de software se encontraría en torno a los 160.000, 27.000 de los cuales son «freelancers».
Tomando en cuenta la corrección por eventuales subdeclaraciones, las exportaciones de SSI de la Argentina se incrementaron 16 veces en los últimos veinte años, pasando de 150 millones de dólares en 2003 a poco más de 2400 millones en 2023. Las exportaciones de este tipo de servicios pasaron de representar el 0,4 al 2,95 por ciento del total de las exportaciones nacionales. «Esto le otorgó al sector un perfil ligeramente orientado hacia el mercado externo», asegura Fundar. Los principales socios comerciales de Argentina en cuanto a sus exportaciones son Estados Unidos, Brasil, Reino Unido, Irlanda, México, Chile y Uruguay, que en conjunto explican el 73 por ciento del valor exportado en 2023.
El think tank identifica tres periodos marcados por diferentes ritmos de crecimiento del empleo y las exportaciones. Un primer momento entre 2003 y 2011, en el que la tasa anual de crecimiento fue muy alta para las variables analizadas (el 16 por ciento para el empleo, 33,7 por ciento para las exportaciones) gracias a un contexto favorable de creciente demanda global de software. Luego la ralentización entre 2012 y 2019, , la tasa anual de crecimiento descendió 2,4 por ciento para las exportaciones y 3,3 por ciento para el empleo. Y una leve recuperación, pero aún fuera de los promedios mundiales, desde el 2020, con tasas de crecimiento anual del 16,2 por ciento para las exportaciones y del 9,6 por ciento para el empleo.