Cada vez son más las personas que eligen disfrutar experiencias que combinan una actividad artística con lo gastronómico con la idea de hacer un plan diferente y salir de la rutina. Por qué se da este fenómeno y qué opciones hay.
Una crisis económica, una pandemia, tendencias globales o la influencia de las redes sociales. Son múltiples los factores que pueden explicar los cambios en el consumo del público. Ante la necesidad de desconectar del mundo virtual y apelar a algo más creativo, en el último tiempo surgió una propuesta que intenta suplir esa demanda: hacer una actividad artística acompañada de una comida.
Si bien la primera idea que se instaló fue la de hacer cerámica, el fenómeno fue creciendo y ahora hay muchas más opciones, como moldear tu propia joya, pintar una totebag o realizar una composición floral en un cuadro mientras disfrutas de un café o un vino y una picada. Pero, ¿por qué los usuarios buscan cada vez más este tipo de experiencias?
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“Post pandemia se produjo un corrimiento estético, nutricional y horario en los espacios de encuentro social, impulsado por cumplir con varias demandas contemporáneas. Estas propuestas no compiten entre sí, sino que ganan -y amplían- público huérfano de un espacio de encuentro social en decadencia como lo es el bar nocturno o boliche”, explicó a TN Fernando Moiguer, de la consultora homónima.
Explicó que este tipo de expresiones artísticas combinadas “ocurren en todas las crisis”: “Sectores generalmente de clase media que salen al mercado por necesidades e irrumpen con modas que se vieron en otros países. Por ejemplo, el inicio de lo que hoy es Palermo Soho y Hollywood comenzó en los 2000 después de que los jóvenes viajaran por el mundo en los 90′ y en la crisis empezaran a abrir locales que eran tendencia”.
Otra muestra clara es lo que sucedió entre 2017 y 2020 con el auge de las cervecerías artesanales. “El público joven adoptó rápidamente este concepto, convirtiéndolas en puntos de encuentro para una ‘coordinación rápida’. La cerveza es un producto de consumo relativamente rápido. Los encuentros tienden a ser breves, concentrándose en la bebida y sus acompañamientos, con 1, 2 o 3 cervezas para extender el tiempo”, agregó Alejandro Capalozza, de Billinghurst Wine Bar.
Pero después de tanto encierro y los pocos encuentros sociales que se dieron producto de la cuarentena por el coronavirus, los usuarios pedían algo más. En ese contexto, eempezaron a nacer estas experiencias que combinan lo gastronómico, el arte y poder volver a casa con un producto artesanal. Y que, según Moiguer, tienen ciertas características:
- Son ATP (aptas para todo público), ya que cubren distintos momentos de ingesta (puede ser un desayuno, merienda, almuerzo o cena) y pueden participan personas de distintos rangos etarios sin problema.
- Ofrecen un servicio con un “ticket promedio alcanzable”. En plena economía recesiva, muchas personas deciden salir una vez por mes o no lo hacen tan frecuentemente como antes. Por ello, eligen pagar por “realizar una salida cool” que guarda una buena relación entre precio y calidad de la propuesta que incluye comida, el material sobre el que se trabajará y los elementos necesarios para hacerlo.
- Cuentan con una “curaduría estética”, es decir, que suelen realizarse en espacios con diseño, confort y una aspiración promotora de shareable content o contenido publicable en redes sociales.
El argumento que más se repite entre quienes eligen estos planes tiene que ver con “buscar un plan diferente” y “salir de la rutina”. Pero, también plantean una necesidad de desconectar del mundo virtual y dar riendas al lado más creativo: “Son dos horas que te las dedicas a vos para relajar, para concentrarte en esta actividad y no tener estímulos que nos cargan de desgaste mental”, remarcó Julieta Godoy, creadora de Joyería y Vino.
En coincidencia, Agustina Baibiene, de Totebar.arte, remarcó: “Hay cada vez más de estas experiencias porque no involucran pantallas, ni sonidos, ni muchas estimulaciones”.
Cerámica: la pionera y una de las más buscadas
Si bien en los últimos años hubo un boom de clases de cerámica, ahora se complementa el poder hacer o pintar piezas acompañado de una rica merienda, un brunch o una copa de vino.
Pottery Art Café ofrece esta opción y contaron a TN que decidieron sumar esta experiencia “de pintar cerámica y merendar era algo que se estaba dando muy bien en otro países”.
“La mayorista de las personas que van se relajan mucho y la pasan muy bien. Buscan hacer algo diferente, salir de la rutina y juntarse con amigos o familia. Nos dicen que funciona como una especie de ‘terapia’”, relataron.
En este caso, sale $13500 por persona e incluye la pieza de cerámica -que cada uno puede elegir la forma-, pinturas ilimitadas y lo que se elija para acompañarlo. Según precisó, se les pasa un esmalte para fijar el trabajo y el mismo día los asistentes se vuelven con la pieza.
Anillos, aros y dijes: una opción para desafiar el trabajo manual
Otra de las opciones es moldear joyería. “Vivimos en una coyuntura rodeada de crisis, lo que hace que tengas menos chances de ahorro. Por eso, a corto plazo lo que te queda es disfrutarlo y regalarte algo valioso para vos”, expresó a este medio Julieta, que montó este proyecto junto a su hermana Victoria.
En ese sentido, recordó cómo surgió la propuesta: “Queríamos hacer algo que no implicara ir a un boliche o ir a una casa y el hecho de hacer algo diferente con tus amigos. Fue un efecto post pandemia total. Además, la hiperconectividad hace que a una le cueste conectarse con la gente, entonces es la manera de tener un momento de concentración. Algo valioso que debería ser cotidiano”.
¿Cómo es? Ellas entregan lo que se llama cera perdida, el elemento que el usuario va a modelar y esculpir a su gusto mientras degusta varias etiquetas de vino, ya que ellas realizan el evento generalmente en una vinoteca.
Una vez que se llegó a la forma elegida, se pone en un tanque de yeso para secarse, va a un horno y cuando se seca, se evapora la cera y queda un molde negativo al que se le introduce la fundición del metal. Este paso completo -el de fundición y terminación de la pieza en bronce o alpaca- está a cargo de las hermanas Godoy y un mes después se puede retirar el resultado final.
Esta experiencia dura dos horas y e incluye todos los materiales para hacer la pieza, vinos varios y una picada. El valor es de $87.000, que se puede pagar en cuotas y con descuentos.
Composición de cuadros florales
Una de las propuestas novedosas está vinculada con la decoración del hogar o de un ambiente y se trata de realizar una composición de cuadros florales.
Esta opción se encuentra en Billinghurst Wine Bar y cada vez es más pedida por los resultados obtenidos. Este taller está a cargo del emprendimiento Ceiba y son quienes se encargan de explicar al público cómo hacer los cuadros.
En diálogo con TN, Capalozza detalló los motivos por los que en este bar de vinos decidieron sumar actividades recreativas: “Hay múltiples razones. Por un lado, atraer a una audiencia más amplia. Ofrecer talleres diversos atrae a personas con distintos intereses e incrementan las ventas de lo gastronómico. Los consumidores actuales valoran cada vez más las experiencias sobre los bienes materiales y los talleres ofrecen justamente eso. Tienen una atracción altísima”.
Y continuó: “También hay una conexión emocional. Participar en actividades recreativas crea algo más profundo. En la mayoría de casos asisten grupos de amigos y familiares, parejas; y claramente el espacio queda vinculado 100% a ese momento”. Como el plan tuvo buena recepción, también ofrecen catas con tarot, talleres de pintura y literarios.
El evento dura entre 1 hora y media y 2 horas y los precios rondan los $40.000, todos en su gran mayoría incluyen una copa de vino y una picada individual con una selección de quesos y fiambres.
Las “totebags”, tendencia en grandes y chicos
Dentro de los planes que invitan a jugar y a sacar la parte más creativa también se encuentra la posibilidad de pintar las famosas “totebags” (bolsas de tela).
“Vi que lo hacían en México y me parecía muy copado. Les consulté a las chicas que lo hacían sobre los materiales que usaban y cómo se daba para sumarlo en la cafetería de mi hermana. La idea era atraer público y proponer cosas nuevas y esto me gustó porque una bolsa es usable”, narró Agustina.
En ese sentido, probó en varias ocasiones para ver cómo reaccionaba el público y notó que había mucha demanda: “La gente se suma a este tipo de planes que son distintos. Los resultados son mejores de lo que uno espera, se van felices”.
Esta propuesta dura dos horas y valía en julio $9500. Incluye la bolsa, pintura, pinceles y una consumición (que puede ser un café o un gin o cerveza). Además también ofrece algunos diseños y stencils para inspirar.
“Hay mucha gente que se sorprende de lo concentrado que se ve cuando están pintando. Eso también está bueno porque te desconectas del celular y te metes en otra cosa, algo propio, hecho con tus manos. Es una actividad que no haces en tu vida diaria y terminamos llevando arte a quienes no lo tienen incorporado en su rutina, algo de arte para no artistas”, cerró.