Adriana y Silvia Maidana atienden un emblema centenario de la Ciudad de Buenos Aires, donde personalidades de la política y la cultura argentina fueron a vestir sus cabezas.
Los sombreros que vistieron a grandes personalidades del espectáculo y la política, entre ellos Victoria Villarruel. (Video: Leandro Heredia / TN)
Adriana y Silvia Maidana sonríen como muchas veces lo hicieron en sus vidas. Pero, esta vez, en sus caras se dibuja una sonrisa distinta: la de la satisfacción, la del deber cumplido. Esa sonrisa de haber mantenido con creces y honores el legado que su bisabuelo comenzó en 1910.
La Avenida Rivadavia guarda muchas historias de la Ciudad de Buenos Aires y a metros del Congreso de la Nación, al 1900, una de esas historias se mantiene muy viva desde hace 114 años. Es la historia de Sombreros Maidana, la única y última fábrica de sombreros artesanales de la Ciudad de Buenos Aires, que además fue declarada sitio de interés cultural en 2023.
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El 17 de junio la vicepresidenta Victoria Villarruel compartió en sus redes sociales varias fotos en Salta, donde se realizó el homenaje a Martín Miguel de Güemes, a 203 años de su muerte. Allí se la ve vestida de gaucha con un sombrero rojo, que en persona fue a buscar a esta casa histórica de la Ciudad.
“Tengo que ir al homenaje a Güemes”
Silvia y Adriana atendían su negocio como cualquier día, delante de vitrinas repletas de sombreros de distintos tipos y tamaños, cuando escucharon que alguien golpeó la puerta. “Fui a abrir y me quedé paralizada”, relata a TN Silvia Maidana, de 61 años, con el mismo tono sorpresivo de voz de ese día. Delante de ella estaba la Vicepresidenta junto a dos hombres de su custodia.
Villarruel entró al local como una clienta más y les hizo una consulta: “Tengo que ir al homenaje de Güemes, ¿Me podrán asesorar?”. “Pidió un sombrero salteño. Le preguntamos con qué colores iba a ir vestida y nos dijo que llevaba botas marrones. Entonces, le dimos el campero marrón”, dice Adriana, de 65 años, que agrega que desconoce como la presidenta del Senado llegó al local.
“Nosotros no hacemos publicidad porque siempre nos mantuvimos en el tiempo y es un local muy reconocido. Mi papá tenía un eslogan que era: ´La calidad vence al tiempo´ y la verdad es que tuvo razón. Supongo que a Villarruel le habrán informado de esta casa y llegó acá porque tenía que ir al homenaje de Güemes y quería ir vestida de gaucho”.
Además de Victoria Villarruel, Casa Maidana es histórica por todas las figuras de la política y la cultura argentina que compraron su sombrero allí: Arturo Illia, Alfredo Palacios, Fernando De la Rúa, Carlos Ruckauf, Carlos Corach, Alfredo Alcón, Chico Novarro, Rodrigo Bueno, Antonio Ríos, Antonio Tarragó Ros, Gladys “La Bomba” Tucumana. También visitaron el lugar Armando Manzanero y el actor español Imanol Arias.
Hay más: allegados a Máxima Zorreguieta y Rod Stewart fueron a buscar sombreros para estas celebridades. En 1997, en su visita a la Argentina Bill Clinton recibió un par de modelos como obsequio en la Rural.
Más de 100 años vistiendo cabezas
Casa Maidana nació en 1910, luego de que Luis Maidana llegara desde Nápoles, Italia, a la Argentina y se estableciera en Palermo. Junto a un socio hacían los tafiletes para una casa de sombreros muy importante que había en esa época en Buenos Aires. Pero vieron que la popularidad del sombrero iba creciendo y se la jugaron con su propio negocio.
“Decidieron hacer su camino, se independizaron y pusieron su propia fábrica: Casa Maidana, en la calle Victoria (hoy Hipólito Yrigoyen), a metros del Congreso”, cuenta Adriana Maidana.
Luego, esa sociedad se disolvió y Luis Bonifacio Maidana (hijo de Luis) tomó la posta, pero murió muy joven, a los 51 años. Fue entonces que su hijo Jorge y nieto del fundador se hizo cargo de todo a los 27 años. Ya tenía muy claro que ese sería su oficio. Lo tenía muy incorporado: todas las tardes después del colegio iba a ayudar a su padre al negocio.
El auge de usar sombrero en la Argentina comenzó en la década del ‘30 del siglo XX. Previamente, en las décadas del ‘10 y del ‘20, su uso era exclusivo en la élite porteña.
Con la última oleada grande de inmigrantes, mayoritariamente italianos y españoles, su uso se volvió masivo. Fue la explosión del chambergo, el sombrero partido al medio. “Nosotros acá le decimos de tango, es como el que usan en Los Intocables o el que usaba Al Capone”, le cuenta Adriana a TN.
Corazón de potro, la figura
Además de vestir a los citadinos, el sombrero es muy importante, quizás hasta esencial, en el campo. Y a medida que fue perdiendo popularidad en la ciudad, en el campo esta tradición se mantuvo, sobre todo para aquellos que pasan la mayor parte de su jornada laboral bajo el sol.
Jorge Maidana tenía amigos que eran socios de la Asociación Criadores de Caballos Criollos y le pidieron que hiciera un modelo que se distinguiera del resto de los gauchos para identificar a los criadores de este tipo de equinos.
Allí fue cuando creó su marca registrada: el corazón de potro. Este sombrero tuvo tanto éxito en todas partes del país que llegó a exportarse a Brasil y Uruguay.
Continuar con la herencia
Adriana Maidana cuenta que cuando Jorge se enfermó, ella se hizo cargo del local. Y cuando murió, las tres mujeres tomaron la posta: ella, Silvia y su mamá; a pesar de que Jorge siempre decía que esta no era una profesión para mujeres. “Sin embargo, aquí estamos y nos sentimos muy orgullosas de estar al frente de todo esto”, señala Adriana, que está sentada frente a un tapiz blanco que tiene dibujado un gaucho negro jineteando.
-¿Quiénes son sus clientes y por qué vienen?
-Mayoritariamente, son gente grande o que tiene problemas de salud, como en la piel o enfermedades cardiovasculares. La cabeza es muy importante porque despide más del 33% del calor del cuerpo, entonces en épocas de frío es importantísimo que tengas la cabeza tapada. Y quienes trabajan en el campo también vienen, ya que el sombrero es un instrumento de trabajo.
-¿Hay un sombrero para cada parte del país?
-Hay sombreros por regiones: toda la Pampa Húmeda usa el Corazón de Potro y en la Patagonia también, pero con el ala más corta por los vientos porque no podés llevar un sombrero de mucha ala. La Mesopotamia y el norte del país usan el chambergo de ala bien ancha.
Casa Maidana nació en 1910, luego de que Luis Maidana llegara desde Nápoles, Italia, a la Argentina y se estableciera en Palermo. (Video: Leandro Heredia/TN)
-¿Cuánto dura y cómo se mantiene?
-La duración del sombrero, si lo cuidas, es larga, lamentablemente para nosotros (ríe). Es “la calidad del tiempo”. Depende de cómo lo uses y si se te cae. Si estás trabajando y se te cae en el barro, este tiene sedimentos muy corrosivos, entonces eso te va a comer el color y si no lo tratas enseguida con un trapito húmedo se arruina.
-¿Cuántos tipos de sombreros tienen?
De ciudad el chambergo, el partido al medio. De campo tenemos el corazón de potro, el chambergo de ala ancha. También vienen a buscar mucho el Indiana Jones.
-¿Las ventas se mantienen?
-Hay crisis económica, hay recesión y es un artículo caro. Arrancan en los $300 mil, $280 mil. Si te dura 30 años lo amortizas, pero se nota mucho la recesión y hay un parate importante. La pandemia fue un hito, un antes y un después importante, porque la gente se dio cuenta de que había muchas cosas que no necesitaba. Se activó mucho la venta online. Va cambiando, pero este último tiempo lo sentimos un poquito más.
Cuando les preguntan si sus hijos continuarán con la herencia, Silvia y Adriana se lamentan porque todos viven en el exterior, excepto una hija de Adriana que es abogada. Adriana está muy enojada porque dice que el país “los expulsó”: “Se revirtió la historia de los bisabuelos y abuelos y no se lo voy a perdonar a ninguno de los políticos que estuvieron en estos últimos años”.
-¿Qué dirían su bisabuelo y abuelo al ver que el negocio que fundó sigue en pie?
-Se sentirían súper orgullosos de que el negocio haya trascendido tantos años y que siga perteneciendo a la familia. Se sentirían muy orgullosos de que su trabajo y esfuerzo valió la pena.