«A ver, vamos a ponerlo en contexto: si yo tomara el dólar, por ejemplo, que tenía (Silvina) Batakis antes de que asumiera Massa, lo traigo a hoy, está a 3.000 (pesos). Por lo tanto, nada de pánico, cero pánico», respondió Javier Milei, presidente de la Nación, a la consulta sobre si le preocupaba el salto de los dólares financieros a 1400 y 1500 pesos. Pese a ello, unos minutos después, revelaba una decisión propia de un estado de pánico. En el mismo reportaje, lanzaba la noticia bomba: el Banco Central va a utilizar los dólares que reciba por liquidación de exportaciones para «intervenir» vendiéndolos en los mercados cambiarios no oficiales para «reducir la brecha» (diferencia de cotización respecto del dólar oficial).
Es una medida extrema, altamente riesgosa porque significa apostar las reservas en divisas para «salvar» el esquema de «tablita cambiaria» (devaluación mensual del 2 por ciento) que es rechazado por los consorcios exportadores y hasta por el FMI. Una reacción casi de última instancia para defender el modelo, como las medidas de Domingo Cavallo en 2001 para salvar la convertibilidad o la de Mauricio Macri en 2019 comprándole a los fondos financieros los bonos de la deuda con los dólares prestados por el FMI.
Las reacciones no se hicieron esperar. Cristina Fernández de Kirchner, a través de la red social X, le sugirió: «Deje de volver locos a sus seguidores liberales libertarios que están haciendo análisis interpretativos esotéricos y dígales la verdad de la milanesa: que va a utilizar las reservas en dólares del BCRA para intervenir en el mercado de dólares financieros, porque la brecha con el dólar oficial se le está yendo a la… usted ya sabe».
Desde otra vereda, diversos analistas económicos ortodoxos cuestionaron «la vuelta al intervencionismo estatal», otros reprocharon la falta de independencia del Banco Central y que fueran el presidente y el ministro de Economía que hicieran los anuncios, mientras que hubo también expresiones muy críticas del «perjuicio» a los exportadores, a los que se les compraría un dólar más barato para venderlo luego más caro en el mercado financiero. «El BCRA le comprará dólares a los exportadores a un tipo de cambio menor al de mercado. Es decir, le confisca parte del fruto de su trabajo», opinó, por la red social X, Roberto Cachanovsky, que calificó a la medida como «una doble estafa».
Milei presentó la medida como una «profundización del esquema monetario», concepto que luego fue reafirmado por Luis Caputo. Su explicación es que, de este modo, se cierran «todos los grifos» de la emisión monetaria. No hay emisión para financiar al Tesoro, tampoco para pagar intereses de la deuda en pesos del Banco Central, que en gran medida se le trasladó al Tesoro nacional (Poder ejecutivo), y ahora tampoco habrá emisión neta de pesos para comprarle los dólares a los exportadores. Porque con esos mismos dólares se «rescatarán los pesos del mercado» a través de la venta de las divisas en el mercado financiero. Al precio del «contado con liqui», es decir con una diferencia a favor del Banco Central.
«De esa manera, nos aseguramos de que la cantidad de dinero quede constante en Argentina, es decir, que la cantidad de dinero de ahora en adelante no crezca más», explicó el mandatario. Pero, además, con la oferta adicional de dólares en el mercadoi financiero, razonó Milei, «debería hacer que la brecha caiga». Es decir, que baje el precio del «contado con liqui» hacia un valor más cercano al dólar oficial. En los últimos días, esa brecha se acercó al 50 por ciento.
Con esta medida, toda la política económica del gobierno queda jugada a un único libreto: hace depender todas el movimiento de «la emisión cero» como remedio a todos los males. Aunque el costo se pague con mayor recesión (ver nota de Leandro Renou en esta misma edición, con dichos de Caputo ante empresarios). Un fundamentalismo del cual Argentina pagó las consecuencias en más de una oportunidad.
Pronóstico reservado
Además, el gobierno se lanza a la aventura en cierta soledad. Caputo niega las diferencias con el Fondo. Milei califica a las relaciones con el organismo de «excelentes». Pero en su último Staff Report, el FMI dejó en claro su «recomendación» de ir hacia un modelo de tipo de cambio flotante (cotización definida por el mercado), citando como ejemplos «exitosos» los casos de Uruguay y Perú.
Milei y Caputo han dejado este sábado, más firme que nunca, que avanzarán por otro sendero. El presidente inclusó ató al carro de la tablita cambiaria el supuesto éxito de su búsqueda de la «desinflación». Dijo que los índices de aumento de precios de mayo y junio «convergen hacia la tasa de crawling peg» (devaluación pautada) del 2 por ciento, que luego pasará al uno por ciento y, finalmente, a cero. Es decir, no habrá corrección cambiaria para recuperar el atraso de los últimos meses. Al contrario, será menor la tasa mensual. Y liberación cambiaria, sólo cuando la inflación sea un problema del pasado.
Por si fuera poco la exposición de diferencias estratégicas con el Fondo, en la última semana la portavoz del organismo, Julie Kozack, volvió a dejar en claro que no hay conversaciones, mucho menos negociaciones, para un nuevo desembolso o préstamo para Argentina. El gobierno de Milei navega solo.
¿Lo acompañan los consorcios exportadores? Hasta ahora liquidaron poco, es muy probable que en esta nueva perspectiva lo hagan menos. «¿Le voy a vender los dólares de mis exportaciones a 900 pesos para que ellos después se los vendan a 1300 al J.P. Morgan?», fue la retórica pregunta que se hizo este sábado, en voz alta, un fuerte representante del sector.
¿Aceptarán los bancos y demás entidades financieras seguir renocando la multimillonaria deuda en pesos que tiene el Tesoro Nacional, ya sin el respaldo del FMI pero ahora tampoco del Banco Central? La respuesta la da el analista financiero Alejandro López Mieres, investigador del Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas (Ipypp) y consultor del sector:
«A los bancos les cambiaron los títulos de deuda del Banco Central por deuda del Tesoro nacional, que dice que tiene recursos en la cuenta corriente para pagar los intereses de julio, pero no para responder a la devolución si los bancos no renuevan el crédito. Tampoco se sabe cómo va a afrontar los intereses de los meses siguientes. a su vez, el Banco Central asume que los dólares que reciba los va a volcar al mercado, con lo cual renuncia a su capacidad de acumular divisas. ¿Cómo va a pagar los próximos vencimientos de deuda?»
Y agregó: «Es una mirada extraña la que tiene y transmite el gobierno, de que va hacia una estabilidad macroeconómica simplemente por no emitir. Mi sensación es que está aumentando seriamente el riesgo de default. No solamente sobre la deuda en dólares, sino también en pesos, como ya le pasó a Hernán Lacunza en la última etapa del gobierno de Macri. Muchos se preguntaban entonces cómo era posible defoltear en la moneda propia, y la explicación de Lacunza era: porque tenemos el compromiso de no emitir».