Milei y el discreto encanto de la élite

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Por lo general, los gobiernos no peronistas han sido modernizadores. Excluyamos de esto a las experiencias militares: desde Frondizi, con sus resistidas leyes del petróleo y de inversiones extranjeras promediando el siglo pasado; pasando por Illia (concedamos que el Di Tella explotó durante su corta presidencia); hasta Macri, con su política de apertura comercial y de búsqueda de una economía más competitiva, ya en esta democracia en que vivimos. Pero también fue modernizador el Perón de los inicios, con su impulso industrializador y su manejo de la comunicación política, y qué decir de Menem, del que tanto se habla en estos días. Como todos, todos ellos terminaron mal.

Amante de las hipérboles (sobre sí mismo), Milei no oculta una rara aspiración: para el Presidente la modernidad radica en volver a la primera década del siglo XX, a “aquel apogeo”, como diría Archibaldo Lanús.

La imagen de este viernes de Milei en el Jockey Club representa más que un regreso a tradiciones de las que sin duda se lo consideraría excluido. El Presidente es hijo de un colectivero, como Cristina Kirchner, productos de la movilidad social ascendente que promovió el estado de bienestar en la Argentina, del que ya nada queda. Que se haya presentado en ese ámbito para pedir inversiones explica de algún modo su desorden conceptual sobre los alcances de aquel período, una confusión de la que intentó arrancarlo sin éxito esta semana la historiadora Camila Perochena. “Ojo, Presidente, con confundir riqueza con potencia. No es lo mismo”, le advirtió.

Esto no les gusta a los autoritarios

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Milei repudia a la casta política, pero nos enteramos ahora cuánto lo atrae el encanto de las elites, en la acepción tradicional. Para ser rigurosos, para la ciencia política, las elites modernas vendrían a ser lo que para Milei la casta. Como afirma Aníbal Pérez Liñán, profesor de ciencia política y estudios globales en la Universidad de Notre Dame, EE.UU.: “En las democracias que funcionan bien la elites se renuevan. Esa renovación de las elites es lo que les da vitalidad y también legitimidad a las democracias”.

Lo más sobresaliente de la ceremonia en el palacio Unzué Casares de la avenida Alvear fue sin embargo la presencia de Karina Milei. Alcanza con ver la foto que acompaña este texto: la secretaria general de la presidencia y hermana por derecho propio es la única dama presente en el club de caballeros, todos ellos vestidos de traje oscuro, con sus cabezas calvas o en el mejor de los casos, canas. El Jockey Club ha resistido todo intento de incorporar mujeres con pleno derecho, incluso de la Justicia. El estatuto, dicen, no impide que las mujeres se asocien. ¿Las hay?

La locura del cierre de listas

No hay mayor exhibición y despliegue del concepto de casta que el cierre de listas para una elección. Pero lo que estamos viendo en la provincia de Buenos Aires supera todo lo conocido. Sucede que la Provincia, que como dice el historiador Roy Hora, se gobierna “desde afuera” desde tiempos de la organización nacional, irá el 7 de septiembre a elecciones de medio término. Por primera vez, desdoblada de los comicios nacionales. Las listas cierran esta medianoche. Todos es resultado de una decisión del gobernador Axel Kicillof en busca de autonomía respecto del liderazgo de Cristina Kirchner en el peronismo.

La detención de la expresidenta le quitó gravitación a ese movimiento: la larga declinación de la figura de Cristina parece haberse acelerado a partir de su cautiverio en su departamento del barrio de Monserrat y de la inhabilitación con la que la castigaron los jueces. Sin embargo, la pelea por los lugares en las listas arde, y no solo en el peronismo; también en el frente que cerraron La Libertad Avanza y el PRO -llamado muy expresivamente “Alianza La Libertad Avanza”- y hasta en una tercera opción de centro, que busca romper la polarización. Los libertarios se asignan algo así como la acción de oro en la alianza con los anteriormente conocidos como macristas, y exigen hasta siete de cada diez lugares en cada una de las listas, incluso en distritos donde gobierna el PRO. Muy lejos del estándar de “dignidad” que les reclamaba Mauricio Macri a los negociadores Cristian Ritondo y Diego Santilli; este último, como ha reconocido, entregado a la voluntad de Milei, cualquiera sea esta.

Todo esto ocurre sin el menor interés de los bonaerenses, imaginemos entonces el del resto: la elección bonaerense es compleja, se eligen concejales en los 135 distritos y representantes para la Legislatura por circunscripción electoral, que son ocho en toda la provincia (cuatro eligen senadores y otras cuatro diputados). Sin embargo, como ocurrió el 18 de mayo en la Ciudad, el resultado está destinado a ser leído en clave nacional. Las encuestas por el momento hablan de paridad, pero preocupan los niveles de ausentismo,

En las últimas semanas circulan quinielas sobre quiénes encabezarán las listas y, para mayor confusión, parecen imponerse las candidaturas testimoniales, un invento de Néstor Kirchner para la elección de 2009, que terminó con una derrota estrepitosa del peronismo. Así, suenan Fernando Espinoza, intendente de La Matanza; Juan José Mussi, de Berazategui; Mario Secco, de Ensenada; Julio Zamora, de Tigre y Guillermo Montenegro, de Gral. Pueyrredón, como candidatos a concejales por sus distritos; y Diego Valenzuela, intendente de Tres de Febrero, como candidato a legislador, entre tantos otros.

Un caso asombroso es el de San Nicolás, donde se ha llegado casi la perfección en términos de ubicuidad y sucesión. Allí gobiernan los Passaglia: Santiago, el intendente, sucedió en el cargo a su hermano Manuel, que a la vez sucedió a su padre Ismael, quien había llegado a la gestión por el Frente de la Victoria en 2015 y saltó al PRO en 2017. Disconformes con el acuerdo con los libertarios, van con boleta corta en el municipio por el partido “Hechos”. No habrá candidatura testimonial, porque siempre hay un Passaglia para ocupar un lugar (Manuel irá en la lista a diputados provinciales).

Al Carajo

Hay algo más complejo para entender que la elección bonaerense y es por mucho las maniobras del Banco Central y la secretaría de Finanzas para limpiar de pesos el mercado y evitar que se vayan al dólar. El Central decidió dar por cumplido el ciclo de las Letras Fiscales de Liquidez (LEFI) con las que limpió a su vez otros activos remunerados por la entidad. Y les ofreció a los bancos que pongan los pesos excedentes a una tasa sensiblemente mayor a la de las LEFI, al 36% anual para colocaciones a un día, que terminarían llegando al 47,8% anual. Además, de fijar la tasa, cosa que había dicho que no haría, el Gobierno volvió a intervenir en el mercado de futuros.

Los bancos no respondieron de inmediato a la oferta del Central y los analistas hablaron de “mala praxis” en la liquidación de las LEFI. El ministro Luis Caputo les echó la culpa a las entidades bancarias, que, dijo, temieron perder la liquidez diaria. Finalmente el BCRA logró sentarse encima de casi 5 billones de pesos y evitar su traslado al dólar, que retrocedió el miércoles hasta los $1.278 el miércoles. Un detalle: el Gobierno, que se negaba a comprar dólares a $1.000 para reforzar las reservas, terminó comprando US$ 500 millones a cerca de $1.300. Obstinado en subir, a ese nivel llegó la cotización el viernes. Subió $25 en la semana.

Santiago Bausili, titular del Central, y José Luis Daza, secretario de política económica, no tuvieron mejor idea que ir a explicar toda esta compleja ingeniería monetaria al grupo de energúmenos del canal de streaming oficialista Carajo. Estuvo también Federico Sturzenegger, ministro de Desregulación y Transformación del Estado, que ya no puede controlar la ansiedad.

wc

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