Cómo los aranceles de Trump en EE.UU. empujan a los productores españoles a otros mercados

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Es la hora del almuerzo en un bar del sur de Sevilla. La cocina bulle de actividad y, detrás de la barra, un empleado sirve una cerveza de grifo bien fría. A su lado, otro utiliza un cuchillo jamonero para cortar fetas de jamón ibérico y colocarlas en un plato para servirlas como aperitivo. Hay pocas escenas más españolas. Y hay pocos productos más españoles que el jamón ibérico, cuyo sabor salado único es famoso en todo el mundo y forma parte de una industria nacional que mueve casi US$850 millones al año en exportaciones.

Mientras observa cómo se corta el jamón, Jaime Fernández, director comercial internacional del Grupo Osborne, que produce vino, jerez y la célebre marca de jamón Cinco Jotas, lo describe como un alimento nacional “emblemático”.

“Es uno de los productos gastronómicos más emblemáticos de España”, afirma, señalando que los cerdos que se utilizan para elaborar el jamón se crían en libertad y se alimentan de bellotas. “Representa nuestra tradición, nuestra cultura, nuestra esencia”, dice.

Pero el jamón ibérico, como los productos de toda España y del resto de Europa, se enfrenta a la amenaza de los aranceles comerciales impuestos por el presidente estadounidense, Donald Trump. Las exportaciones de jamón español a EE.UU. no estaban sujetas a aranceles hasta abril de este año, cuando se introdujo repentinamente un gravamen del 20% sobre todas las importaciones europeas, que se redujo al 10% a la espera de negociaciones.

Sin embargo, en mayo Trump volvió a inquietar a los exportadores europeos al afirmar que el arancel para todos los productos de la UE podría subir hasta el 50% si las conversaciones comerciales con Bruselas no llegan a buen puerto. La fecha límite actual para ello es el 9 de julio.

“Estados Unidos es uno de nuestros mercados prioritarios”, afirma Fernández. “La incertidumbre está ahí y complica nuestra planificación a medio y largo plazo, las inversiones y el desarrollo comercial”. Los aranceles, añade, “suponen una amenaza para nuestra industria”.

Jaime Fernández asegura que su empresa ya estudia invertir en China como alternativa a Estados Unidos.Guy Hedgecoe

La economía española goza de buena salud. El FMI prevé para este año un crecimiento del 2,5% -muy superior al de las demás grandes economías de la UE- y el desempleo está en su nivel más bajo en 17 años. Pero la cuestión arancelaria supone un duro golpe para la industria porcina del país, que representa más de 400.000 empleos directos e indirectos y es la mayor de Europa.

La demanda de jamón curado en EE.UU. creció sustancialmente en los últimos años, y se convirtió en el mayor importador de jamón español fuera de la UE. Pero la industria española se enfrenta ahora a la perspectiva de tener que subir los precios de venta al público para los consumidores estadounidenses y perder así competitividad frente a los productos locales, o no sujetos a los mismos aranceles.

España es conocida por la calidad de sus cerdos de raza ibérica y por el jamón que producen.Guy Hedgecoe

El sector español del aceite de oliva se encuentra en un dilema similar. España, el mayor productor mundial de aceite de oliva, había puesto sus miras en Estados Unidos como un mercado floreciente cuyo crecimiento se veía impulsado por la creciente concienciación sobre los beneficios para la salud del producto.

Sin embargo, las turbulencias arancelarias llegan justo cuando los productores y exportadores españoles se recuperaron de una sequía que redujo drásticamente las cosechas en el sur del país y disparó temporalmente los precios. EE.UU. representa la mitad del consumo mundial de aceite de oliva fuera de la UE.

También es el país cuyas importaciones de este producto procedentes de España más crecieron en los últimos años, pasando de unas 300.000 toneladas anuales hace una década a unas 430.000 toneladas, afirma Rafael Pico Lapuente, director general de la Asociación Española de Exportadores de Aceite de Oliva (ASOLIVA). Mucho dependerá, dice, del arancel final que se fije para la UE. “Si hay un arancel permanente del 10%, sin diferenciar entre países de origen, no va a crear distorsiones en el mercado internacional”, afirma Pico Lapuente.

Explica que los consumidores estadounidenses podrían tener que absorber el coste adicional. Y aunque los productores estadounidenses de aceite de oliva o productos similares obtendrían una ventaja competitiva, su producción es lo suficientemente pequeña como para que no afecte a países como España.

Sin embargo, dice que estaríamos ante “una situación diferente” si Trump introdujera aranceles más altos para la UE que para los países de fuera del bloque que son competidores de aceite de oliva, como Turquía, el segundo mayor productor mundial, o Túnez, un productor emergente. Ese escenario, dice, tendría un gran impacto en el mercado mundial y en los productores españoles.

Pero las variaciones arancelarias entre países o bloques comerciales también provocarían una cierta flexibilización de las normas e incluso el caos, según Javier Díaz-Giménez, profesor de Economía de la escuela de negocios IESE de Madrid. Propone como ejemplo hipotético a dos vecinos directos de España.

“Si España tiene un arancel del 20% y Marruecos y Andorra del 10%, todos los productos españoles que puedan pasar por Marruecos o Andorra… lo harán”, marca y añade: “Primero se exportarán a Marruecos y Andorra y desde allí se reexportarán a Estados Unidos con un arancel del 10%. Y va a ser muy difícil asegurarse de que esas aceitunas proceden de Andorra propiamente dicha y no de España. ¿Trump va a hacer algo al respecto?”.

España es el mayor productor mundial de aceite de oliva.Getty Images

Por ahora, los productores y exportadores españoles deben contener la respiración mientras se desarrollan las negociaciones de la UE con Washington. Para Pico Lapuente, un gran motivo de preocupación es la influencia -o, como él lo ve, la falta de influencia- que su sector ejerce dentro del bloque comercial europeo. “Las negociaciones que representan a los 27 países de la UE las lleva Bruselas”, afirma y diferencia: “En estas negociaciones, los productos industriales tienen mucha más influencia que los alimentos”.

“No me gustaría que, en esta negociación, productos alimentarios como el aceite de oliva se utilizaran como meras monedas de cambio para conseguir un mejor acuerdo para los productos industriales europeos. Eso me preocupa. Y espero que no ocurra”, explica.

Un portavoz de la Comisión Europea declaró a la BBC que en las negociaciones con EE.UU. actuará “en defensa de los intereses europeos, protegiendo a sus trabajadores, a sus consumidores y a sus industrias”.

Jaime Fernández, del Grupo Osborne, cree que su industria podría vivir con el arancel del 10% vigente sin sufrir demasiadas consecuencias. Sin embargo, un gravamen del 20%, según él, haría que la industria “se replanteara cómo acelerar el crecimiento en algunos otros mercados, lo que acabaría provocando la reubicación de recursos desde Estados Unidos”.

Díaz-Giménez afirma que su empresa ya está estudiando mercados alternativos en los que invertir, como China, o consumidores europeos de jamón de probada eficacia, como Francia, Italia y Portugal. Díaz-Giménez afirma que es la respuesta lógica a la incertidumbre actual. “Si yo fuera el director general de cualquier empresa con una alta exposición a Estados Unidos… habría enviado a todo mi equipo de ventas a buscar otros mercados”, afirma y cierra: “Y a estas alturas, ya los habrían encontrado. Habrá planes B y planes C, para asegurarnos de que redujimos esta exposición a Estados Unidos”.

Por Guy Hedgecoe


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