Cierres, despidos: qué propone la izquierda ante el industricidio?

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La Argentina de Milei, como se discute desde un despacho gerencial o la cola del super, nos está llevando a una catástrofe.

La suba del dólar, o el riesgo país, ya se empieza a seguir “minuto a minuto”. Acapara las tapas de los diarios o los grafs de la tele. Pero salgamos un momento de las pizarras de la City, aunque todo tiene que ver con todo.

Agarramos Avenida Alem, Libertador, su ruta. El cordón de la Panamericana, hasta la cuenca del Paraná y más allá, es otro punto caliente de la crisis. En FATE (neumáticos) y Georgalos (alimenticia) hubo ataques para descargar la crisis sobre los trabajadores. En ILVA (ceramista) arden gomas desde hace 15 días. Esta semana las prendieron junto a los metalúrgicos de KTM (motos). Siguiendo hacia el norte hay que hablar de la rebelión de los tercerizados de Siderar, traicionada por la UOM San Nicolás, y el reclamo por los despidos en Siderca, ambas de Techint. En la cuenca del Paraná hay más conflictos: Vassalli (maquinaria) hace un lockout, Celulosa (papelera) pidió la quiebra, Swift (carne) despide.

Podríamos seguir hasta Petroquímica Río Tercero o por el corredor del Uruguay. Pero vamos a la data dura.

Según un estudio del instituto CEPA y la Confederación de Sindicatos Industriales, “la industria manufacturera – que representa un tercio del PBI y genera el 20% del empleo formal privado – sufrió una caída interanual promedio del 8,8% en 2024”. A eso hay que agregarle un 3% más en lo que va del año. 130 mil puestos de trabajo menos (registrados). El último reporte de la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT), publicado esta semana, dice que la probabilidad de que la economía argentina ingrese en recesión subió a 98,61% en agosto, el doble que en julio.

Cuando decimos que “todo tiene que ver con todo” es porque esos números de las finanzas son seguidos con preocupación por los industriales. Capitaneados por Paolo Rocca, Pérez Companc y otros grupos de la Unión Industrial, son una parte esencial del Círculo Rojo. Como explica en esta nota la economista Lucía Ortega, el “dólar atrasado”, la caída del saldo comercial, la falta de financiamiento (o el financiamiento caro) “tiene enormes consecuencias en la pérdida de competitividad del ya atrasado y devastado aparato productivo e industrial local”.

¿Qué proponen los industriales? Dijo Paolo Rocca hace dos semanas al secretariado de la UOM: “hay que esperar la devaluación y después hablamos”. Dijo Javier Madanes para justificar despidos y cambio de sistemas de trabajo en Fate: “hay que sobrevivir y para eso hay que ajustar”. Dijo Martín Rapallini, jefe de la UIA y empresario ceramista, mientras ILVA echaba efectivos para tomar contratados: “se necesita una reforma laboral”.

Clarito. Despidos, devaluación y reforma laboral.

Axel Kicillof dejó claro tras su triunfo electoral que quiere representar a esos industriales (los “pymes” también). Para eso tomó dos ejemplos para nada “soviéticos”. El proteccionismo de Donald Trump y los problemas de Paolo Rocca: “Trump hace proteccionismo. Cada economía trata de cuidar lo propio. Tenemos un conflicto muy grande en el corredor de la ruta 9. Allí opera Ternium, de Techint ¿no? (…) No es como dice Milei todo campo o toda industria y no es así. Producción primaria y también industrialización de la producción primaria. (…) Minería, Petróleo, Agroindustria”. La Confederación de Sindicatos Industriales, donde pesan Pignanelli (Smata), Furlán (UOM), Daer (Alimentación), sigue el programa que sus empleadores y el peronismo.

Ya lo resumimos arriba.

¿Qué propone el Frente de Izquierda?

Desde el PTS, junto a las corrientes del Frente de Izquierda y las agrupaciones clasistas, participamos de muchos de estos conflictos en defensa del salario y los puestos de trabajo. Eso ya nos diferencia de quienes vienen gobernando estos años. Pero además venimos “agitando” una salida a la crisis. Este mes sacamos una propuesta de “10 medidas para derrotar al gobierno ajustador y corrupto”. En estas semanas todo empeoró. Por eso, es todavía más urgente discutir y tomar en nuestras manos una salida alternativa, independiente. No se trata de una medida aislada, obviamente, sino de una salida de conjunto que tire abajo el plan del FMI, derrotando a Milei y todos los planes patronales.

Pero ante ese problema que involucra a miles de trabajadores y trabajadoras de la industria, tenemos propuestas concretas:

1. Prohibición de despidos y defensa del salario

Ante una situación catastrófica hay que tomar medidas radicales. Más si hablamos de la principal fuerza productiva de una nación: la clase trabajadora. Hay que prohibir los despidos y suspensiones. El peronismo, que habla de darle “derrotas parlamentarias” al gobierno, podría empezar por esta. Eso implica también pasar a planta permanente a los miles de contratados que hacen funcionar la industria.

Otra medida esencial es la defensa del salario, que quiere ser devaluado. Hay que reabrir las paritarias para imponer un salario que cubra la canasta familiar de 2 millones de pesos y que se actualice automáticamente al ritmo de la inflación.

2. Reducción de la jornada y reparto de horas

Hay una forma sencilla de evitar la desocupación y el pluriempleo en medio de una recesión: repartir las horas de trabajo entre todas las manos disponibles. ¿Afectaría el negocio empresario? Posiblemente, pero hay que elegir entre la supervivencia de millones o mantener la fortuna que los ricos no podrán gastar ni en 10 vidas.

Como venimos planteando, la reducción de la jornada laboral a 6 horas, 5 días a la semana, sin flexibilización ni reducción salarial y con un salario que cubra como mínimo la canasta familiar, permitiría generar un millón de nuevos empleos con derechos. Y eso si tomamos sólo en las principales 12.000 empresas del país.

3. Apertura al público de los balances de los grupos empresarios

A pesar de las quejas patronales, la mayoría ha mantenido ganancias. Incluso quienes tienen hoy trimestres negativos son parte de un empresariado que se favoreció con una transferencia de más de 100 mil millones de dólares en los últimos 5 años, del bolsillo popular a sus cuentas. Ternium declaró ganancias por 106 mil millones hace pocos meses. El Grupo Fate-Aluar de 122 mil millones solo en la rama de aluminio. A pesar de la caída del consumo, Molinos, Georgalos y Arcor vienen de balances favorables. Estamos hablando de millonarios con fortunas que superan los 1000 millones de dólares (Rocca, Madanes, Pérez Companc, Pagani).

Lloran “crisis” aprovechando maniobras contables, secretos comerciales y negocios diversificados. Por eso hay que exigir que se hagan públicos los balances y patrimonios de los grupos empresarios.

4. Ocupación de toda empresa que cierre o despida masivamente

Hay otra medida radical para la situación catastrófica. Si las empresas quieren cerrar o despedir masivamente, dejando familias en la calle, hay que retomar una tradición de la clase trabajadora en nuestro país y el mundo. La ocupación para resguardar el vaciamiento, como están haciendo en Petroquímica Río Tercero o Morvillo. Contra las salidas individuales o la trampa de las indemnizaciones, es una forma de imponer una salida común del colectivo obrero. El ejemplo de Zanon o Madygraf, que sostienen sus gestiones obreras y exigen al Estado la compra de insumos para obras públicas y escuelas, hay que retomarlos y extenderlos.

5. Plan de obras públicas y producción para satisfacer las necesidades populares

Mientras el país se derrumba, se derrumban las condiciones de vida de las grandes mayorías. Contra la especulación financiera y el extractivismo, hay que reactivar las fuerzas productivas al servicio de la sociedad. ¿Por qué no discutir un plan de obras que resuelva los problemas de vivienda e infraestructura que tenemos? ¿Por qué producir computadoras para las escuelas, respiradores para los hospitales, libros y zapatillas para las infancias? El lucro capitalista condiciona cualquier recuperación. Solo una industria controlada por la clase trabajadora puede dar respuesta a la crisis.

6. Ninguna reforma laboral: abajo la Ley Bases

El último congreso de la Unión Industrial insistió sobre el «costo argentino» y la reforma laboral. No les alcanzó con la Ley Bases. Rechazan las políticas cambiarias y recesivas de Milei pero abrazan el capitulo laboral del DNU 70/23, un ataque inédito a conquistas históricas de la clase trabajadora. Algunos la aplican «de hecho», como vimos en Fate, Siderar, Georgalos o Molinos. El peronismo y la CGT hablan de «modernización laboral sin afectar derechos». ¿Vos confiarías en Daer y Rocca negociando tu convenio?

Hay que rechazar cualquier reforma laboral, pero además hay que voltear la corrupta Ley Bases, tirar abajo el DNU y terminar con la actual precarización.

¿Cómo imponer esa salida?

No se puede esperar que Milei cambie, como pidió Axel Kicillof, sueña Clarín o presiona el Círculo Rojo. Nada se puede esperar del “centro” que encarnan los gobernadores con peluca (Llaryola, Pullaro, Sadir), que ajustan y bancan a los grandes grupos económicos. El peronismo nos trajo hasta acá, nos entrega con la CGT y nos pide que votemos y esperemos 2027.

Así no llegamos a 2027. Nos van a dejar en la lona. Todas las salidas del capital son malas y todas nos pedirán “paciencia y sacrificio”.

No va más.

El Frente de Izquierda va a dar la pelea en estas elecciones para fortalecer su bancada al servicio del pueblo trabajador. Pero la solución al gran drama nacional vendrá de las calles.

Por eso tenemos una propuesta de cómo imponer estas medidas. En primer lugar, que en cada gremio y empresa en conflicto se hagan asambleas donde los trabajadores puedan decidir cómo responder a los ataques. En segundo lugar, hay que poner toda la confianza en la fuerza y los métodos históricos de la clase trabajadora. El paro, los piquetes, la movilización. No en las cúpulas y ministerios. A esos dirigentes les tenemos que exigir que convoquen un plan de lucha y no sean más cómplices del ajuste. La magnitud de la crisis va a plantear, más temprano que tarde, la necesidad de la huelga general para derrotar el plan de Milei y los gobernadores.

Al calor de esas peleas, tenemos que poner en pie una fuerza política que pueda llevarnos por ese camino y dejar atrás las recetas de los partidos tradicionales que nos gobernaron. Un gran partido de trabajadores y trabajadoras para tomar el control de los destinos del país e imponer una salida obrera y popular.

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