Los restos óseos fueron hallados en mayo pasado en una casa del barrio porteño de Coghlan que habitó por unos años quien fuera líder de Soda Stereo. En las últimas horas, la Justicia confirmó que el cuerpo pertenece a un joven desaparecido hace 41 años
Una noticia verdaderamente escalofriante se conoció este miércoles. Los restos óseos encontrados en una casa en la que vivió Gustavo Cerati, en el barrio porteño de Coghlan, fueron finalmente identificados como pertenecientes a Diego (se evita difundir el apellido para resguardar a la familia), un adolescente de tan sólo 16 años desaparecido el 26 de julio de 1984 y del que nunca más se había sabido nada.
Aquel día, Diego había vuelto del colegio al mediodía, almorzó con su madre y luego le pidió dinero para tomar el colectivo. Dijo que iba a visitar a un amigo, pero no dio más detalles de su verdadero destino.
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La última vez que fue visto con vida fue esa misma tarde, en la esquina de Naón y Monroe, en el barrio porteño de Belgrano, a pocas cuadras de su casa. A la noche, tras no recibir noticias del joven, sus padres se dirigieron a la comisaría 39ª para hacer la correspondiente denuncia, pero no se la aceptaron. “Se fue con una mina, ya va a volver”, les dijeron los agentes policiales, según relataron años después sus padres, en un momento muy cercano al regreso de la democracia pero donde algunas estructuras oscuras de las fuerzas policiales represoras seguían operando.
Diego estudiaba en la Escuela Nacional de Educación Técnica ENET Nº 36 y jugaba al fútbol en el Club Excursionistas. Entrenaba todos los días, salvo los jueves. El día de su desaparición llevaba puesto su uniforme escolar, un dato que los investigadores ahora pudieron reconstruir a partir de los objetos hallados junto al cuerpo que fue sepultado en el patio de la casa.
Su familia inició entonces una intensa búsqueda. Distribuyeron panfletos, intentaron contactar medios de comunicación, pero lo único que lograron fue una entrevista en la revista ¡Esto!, que publicaba por entonces el diario Crónica y que, con el regreso de la democracia, tenía un tono sensacionalista.
La nota fue publicada en mayo de 1986, casi dos años después de la desaparición del joven Diego. En esa entrevista, su padre, Juan Benigno, ya fallecido, expresó su frustración con la investigación policial, o más bien, la ausencia de ella.
“La Policía dice que tiene tres mil casos iguales. Y fíjese qué absurdo: desde el primer momento lo caratularon como «fuga de hogar». Yo protesté y ¿sabe qué me dijeron? Que así estaban impresos los formularios. Me negué a eso, pero como si nada ¿Qué quiere que investiguen si ya dan por sentado que él se fue, y no que me lo robaron?”, declaró el padre de Diego en aquella entrevista cuyos fragmentos fueron rescatados por algunos medios en las últimas horas.
Durante todos esos años, la familia conservó intacto el cuarto del adolescente. Los dos hermanos de Diego, un varón y una mujer, fueron los encargados de darle ahora la noticia a su madre, tras confirmarse la identidad de los restos. La pista de la Justicia será investigar quién vivía por entonces en esa casa y buscar, más allá de que se trataría de un deliro prescripto, quién o quiénes son los responsables de la muerte de Diego.