Destacado por décadas como uno de los nombres fundamentales de las escénicas a nivel mundial, desde los años 70 hasta la fecha se desempeñó como artista plástico, director de ópera y teatro, arquitecto, escenógrafo, diseñador de iluminación y artista visual
El destacado dramaturgo y director de escena estadounidense Robert Wilson, de reconocimiento internacional y uno de los creadores artísticos más importantes de los siglos XX y XXI, falleció en horas de la tarde de este jueves en Nueva York a los 83 años tras una breve enfermedad, según informó a través de un comunicado su laboratorio de artes y humanidades, Watermill Center.
“Nos duele mucho anunciar la muerte de Robert M. Wilson, artista, director de ópera y teatro, arquitecto, escenógrafo y diseñador de iluminación y artista visual”, anunció la institución, fundada por el gran Bob Wilson, en un comunicado divulgado en su perfil de Instagram que se conoció por la tarde.
Según el mismo parte, Wilson “sufrió una breve pero grave enfermedad que afrontó con claridad y determinación”, expresó la entidad, que apuntó que, pese al diagnóstico, “sintió la obligación de seguir trabajando y creando hasta el final”.
“Sus trabajos para los escenarios, el papel, las esculturas y los videoretratos, así como el Watermill Center, persistirán como el legado artístico de Robert Wilson”, agrega el texto compartido por estas horas por importantes referentes de las artes escénicas de todo el mundo.
Además, indicó que pronto se celebrarán distintos homenajes para el artista “en lugares que fueron especiales para él”.
Entre los trabajos de Bob Wilson se destacan algunas de sus colaboraciones con la cantante Lady Gaga, como los videoretratos que hizo de ella en el museo Louvre de París en 2013.
El dramaturgo también colaboró con actores como Brad Pitt, Winona Ryder o Reneé Flemming, así como con músicos como Lou Reed o la escritora Susan Sontag, de los cuales muchos formaron parte de sus famosos videoretratos, expuestos en más de cincuenta museos y galerías de todo el mundo.
Nacido en 1941 en la ciudad de Waco (Texas), se interesó por el mundo artístico atendiendo las clases de una bailarina de ballet que no sólo le enseñaba danza sino que también lo ayudaba a superar su tartamudez y a conectar con el mundo artístico.
En 1963 se mudó a París para estudiar pintura y un año después se trasladó a Nueva York, donde se licenció en Arquitectura en el Instituto Pratt, donde tuvo como maestros a figuras como Sibyl Moholy-Nagu, vinculada con la escuela Bauhaus.
Tal y como recuerda por estas horas el diario The New York Times, Wilson sentía más interés por la luz, el espacio y el movimiento que por el diálogo y el arco narrativo de las obras.
Por ello, la palabra no era una parte esencial de sus obras, e incluso algunas de sus puestas más recordadas, como Deafman Glance (Le Regard du Sourd) o Life and Times of Joseph Stalin, que duraban siete y doce horas, respectivamente eran totalmente silentes, en espacios realmente desafiantes donde reinaban, la luz, la música, los elementos escenográficos y los cuerpos como grandes protagonistas.
Bob Wilson incursionó además en la ópera por primera vez en 1976 de la mano del compositor estadounidense Philip Glass, con quien colaboraría en múltiples ocasiones, en aquél momento con la obra Einstein on the beach, que ahondaba en la energía nuclear y en la figura del científico Albert Einstein.
De su extensa carrera también son conocidos sus trabajos Alcestis, con la artista Laurie Anderson; The Old Woman, con el actor Willem Dafoe y el coreógrafo Mikhail Baryshnikov, y Cosmopolitan Greetings, con el poeta y escritor Allen Ginsberg.
Además, llegó a estar nominado a un Premio Pulitzer en 1984 por su ópera the CIVIL warS, de doce horas de duración, y en 1993 logró el León de Oro en la Bienal de Venecia en la sección de escultura por uno de sus tantos trabajos memorables.
El artista visitó la Argentina en un par de oportunidades, la última en 2017, cuando presentó en Buenos Aires Letter to a Man, protagonizada por el actor y bailarín Mikhail Baryshnikov. Tres años antes, el director y el mismo bailarín y actor de origen ruso presentaron también en Buenos Aires, junto a William Dafoe, la referida The Old Woman, una propuesta de gran belleza plástica con guiños al cine mudo y al expresionismo, en la que la dupla de intérpretes reflejaba estados emocionales y físicos alterados.