Paz Martínez es uno de los cantautores más prolíficos de la música en español. Con más de 600 canciones en su repertorio, varias popularizadas por otros artistas, sigue componiendo. A sus 77 años, se embarcó en una nueva gira internacional, que ya no nombra como despedida, para celebrar con su público ese camino de éxitos. En Rosario se presentará el domingo 13 de julio, a las 20, en el Teatro El Círculo (Laprida 1223).
Las entradas se pueden adquirir en boletería o a través de la plataforma Ticketek. Suscriptores de tarjeta Beneficios La Capital tienen 20 por ciento de descuento.
En 2023, el tucumano inició en el Gran Rex un tour denominado “¿Cómo se dice adiós?”, con la idea de retirarse de los escenarios. Sin embargo, la contundente respuesta de la gente hizo que se replanteara la idea. Dos años más tarde, nuevamente recorrerá el país, esta vez sin más promesas ni anuncios que disfrutar del encuentro y la música.
Las canciones de Martínez están por todos lados. En los inicios del Trío San Javier, en la apertura de telenovelas icónicas, en la voz de artistas como Rodrigo o Madonna (entre muchos, muchos otros) y, sobre todo, en el inconsciente colectivo de varias generaciones.
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Antes de su llegada a Rosario, Paz habló con La Capital sobre su presente, su vínculo con los artistas nuevos y la memoria implacable que le permite interpretar cualquier tema de su repertorio sin ningún artilugio.
Seguís de gira, pero ya no la nombrás como despedida. ¿Qué pasó?
Estaba decidido a dejar los escenarios, absolutamente decidido. Pero empecé a hacer giras por todo el país y me encontré con que soy el último romántico. Y la gente no quiere que me vaya, así que eso me obligó a replantear la situación. Como me dicen mis músicos siempre: “Beto, la gente disfruta y la pasa bárbaro, ¿por qué vas a dejar de cantar?”. Mi pensamiento era que no quiero que el escenario me eche a mí. Hay muchos artistas, y no los estoy criticando, que se suben a un escenario y no están en condiciones, pero probablemente lo hagan por una cuestión emocional o económica. En mi caso, yo ya estaba. Pensé: voy a seguir escribiendo canciones, mi faceta autoral no va a cambiar. Pero con el transcurso de los años no me ha cambiado la voz, sigo cantando exactamente igual que hace cuarenta años. Todo eso me hizo replantear la decisión. Porque el hombre propone y la gente que lo quiere, dispone.
En las novedades del show tenés un momento delivery, donde hacés canciones a pedido del público. ¿Cómo funciona eso cuando tenés más de 600 canciones?
Sí, es un momento en que me siento en el piano y dejo que el público pida. Pero siempre les aclaro que no me pidan la de Padre Coraje, “Y qué” o “Amor pirata”, porque esas las voy a cantar igual. Cuando armo un show, siempre primero hay un núcleo de canciones clásicas de Paz Martínez, cuatro o cinco que tengo que cantar sí o sí. Alrededor de eso, voy mostrando otras cosas, por lo general canciones nuevas para ver la respuesta de la gente. Y después está el momento de pedidos. Hace poco, en un show en Devoto, una persona del público me pidió “Salsa y jazmín”, una canción mía que es poco conocida. Hay muchas canciones que quedan perdidas en discos y después viene otro artista y las rescata para hacer una versión con su impronta. Mi caso paradigmático con eso es el de Rodrigo, que tomó una canción que había escrito junto a mi amigo de Santa Fe, Juano Noveira, que se llamaba “Con él, conmigo”. Y vino Rodrigo y la grabó como cuarteto con el título “Qué ironía”. Se volvió un hit tremendo. Yo, orgulloso y feliz, por supuesto.
Embed – Con Él … Conmigo
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¿Pero te acordás de todas tus canciones?
Absolutamente todo. Mi mamá decía que tengo memoria fotográfica, pero es memoria eidética técnicamente. De cada canción me acuerdo cómo la grabé, qué frase no me había gustado, todo. No uso teleprompter, el aparato que se pone adelante del artista con las letras. Si en todo caso me olvido, improviso sobre la marcha, invento. Pero es raro que me olvide una letra. He perdido la cabellera, pero no la memoria.
Cambió mucho la forma de hacer canciones y algunos compositores han señalado con preocupación que, por ejemplo, ya no existen puentes en la estructura de las canciones. ¿Cómo ves eso?
Creo que la canción va a prevalecer. Lo que ocurre es que quienes escriben canciones van acomodándose a la cultura del momento. Cuando empecé mi carrera hace más de cuarenta años, no existía la posibilidad de que un artista argentino llenara el Bernabeu en Madrid, como hizo el Duki. Era absolutamente imposible. Las redes han multiplicado de una manera formidable la convocatoria y eso lo aprovechan fundamentalmente los artistas jóvenes, como Duki, Tiago PZK, Trueno, María Becerra, Lali. Entiendo que es otro modo de decir. No me gusta, sobre todo cuando canta una mujer, que la letra sea muy explícita, pero eso quizás sea por mi edad y por mi visión de las cosas. Y no deja de sorprenderme que Bad Bunny gane como mejor compositor en Estados Unidos, pero tengo que entender que está cambiando la cultura. Creo que hay espacio para todos. Hay cosas que me gustan mucho de artistas nuevos. El primero que me llamó la atención fue Tiago PZK. Escuché la letra de la canción “Sola” y dije “wow”. Tiene unas condiciones tremendas. Hay chicos y chicas con mucho talento.
Has escrito canciones icónicas para telenovelas y tiras diarias. ¿Cómo ves que ya no haya ficciones en la televisión?
Es un tema muy complicado. Me preocupa que no haya más tiras, pero no porque no pueda haber una canción mía. Me preocupan mis compañeros de ruta, los actores y actrices, que han elegido el arte. He visto hace poco un músico que fue integrante de Almendra, Edelmiro Molinari, quien contaba que estaba complicado económicamente. Los artistas tenemos que tener muy claro que uno nunca sabe cuándo le sacan el banquito del ring y te quedás en la lona. Esto no es para siempre. Es muy difícil, cuando estás arriba del escenario y la gente te quiere, poder ver eso. Afortunadamente, siempre me ha protegido mi familia, lo más importante que tengo. Siempre dije que si mi carrera como artista perjudica a mi familia, no tengo dudas: marco cuatro y me voy. Esta es una profesión que te da mucha libertad, pero no es fácil.
Embed – Y Que? (Cortina Musical / Main Theme – «Padre Coraje»)
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Tenés un vínculo muy especial con Rosario. ¿Cómo vivís este regreso?
Siempre dije que tengo una especie de romance con Rosario. No de casualidad tiene nombre de mujer. Fue al primer lugar donde fui a cantar a un teatro. Tenía un miedo. Me dijeron que vaya unos días antes porque tenía shows viernes y sábado y no se estaban vendiendo entradas. El jueves al mediodía no quedaban más entradas. Desde ese momento, tengo una relación profunda de amor con Rosario. Siempre digo que si te va bien en Rosario, te va bien en todos lados. El grupo Les Luthiers, Sandro, hacían todos sus debuts ahí. Es un público muy particular, es difícil pero muy amoroso. Siempre me abrieron los brazos y sé que, cada vez que vaya, lo voy a disfrutar y la gente también.
Después de tantos años de carrera, ¿qué te sorprende todavía?
Probablemente sea porque canto canciones que tienen que ver con la emoción, que cuentan historias de vida, pero me sorprende que me vayan a ver varias generaciones juntas. Me acuerdo que una vez Adrián Suar me dijo: “Nadie escribe canciones de trampa como vos”. Por eso me convocó para «Padre coraje». Tengo escritas más de 600 canciones y debo tener diez de trampa. Pero las canciones de trampa siempre son las que más pegan. En todos mis años de carrera, sobre todo mujeres, me han contado historias de “Amor pirata”. Incontables. De todas esas, una muy linda fue una mujer que me contó que su amor pirata había tenido que ir a la cárcel. Y que, como eran fanáticos míos, se mandaban mensajes con canciones mías a través de la radio. Me contó que él había pagado su deuda, que ya no era un amor pirata, que estaban juntos y que, en su primera salida, me habían ido a ver. Fue muy fuerte. Es imposible saber hasta dónde llegan las canciones. Y eso es lo que me permite seguir cantando.