No tiene que ver con generar una polémica ni mucho menos entrar en comparaciones odiosas. De hecho, si hay algo que aprendió el pescador a lo largo de los años, es que cada especie que se busca capturar es atractiva por sí misma, con puntos más destacables en unas y otras. Pero también es cierto que en lugares como Bahía San Blas, que ofrece un importante abanico de posibilidades a lo largo de todo el año, la tarea de elegir se vuelve difícil, sobre todo para aquellos que la visitan desde diferentes puntos del país.
El calendario manda. Y las estaciones, también. Sin embargo, muchas de las pescas atraviesan diferentes climas. Es el caso del panzón, considerado por muchos el trofeo máximo del lugar, que se afirma con el frío, pero que comienza con sus primeros piques en otoño y puede llegar a mostrar sus últimos coletazos apenas comenzada la primavera. Esta variante del pejerrey se caracteriza por mostrar portes realmente buenos y cuando entra en cardumen a la zona de acción ofrece faenas realmente extraordinarias.
La temporada 2025 que apenas comenzó ya arrojó interesantes resultados, aún cuando muchas veces el trabajo se complicó por las inclemencias del tiempo. Es que el panzón se busca en los gigantes bancos de arena que tiene la costa marítima de San Blas (justo donde la ola rompe) en una zona geográfica donde las mareas son altas y la correntada muy marcada. Si el clima no acompaña, sobre todo el viento, es imposible. Y es por eso también que los más conocedores optan por plomadas satélites bien pesadas, que llegan a los 200 o 220 gramos. Hay que sostener el aparejo a como dé lugar.
Es una pesca de intensa búsqueda. Y el que busca, encuentra. En el extremo de la bahía, donde aparece el mar abierto, hay una gran cantidad de bancos en los que el pejerrey puede estar y es cuestión de probar ahí. Todos se ubican hacia el sur y el primero en abrir el juego es el conocido como “la punta del Haras”, a unos 5 km, sencillo de ubicar porque está justo donde termina la playa de arena combinada con canto rodado, que permite el acceso con vehículo de tracción simple. Por ese motivo es uno de los más frecuentados y que buenos resultados suele dar.
Muchas veces no es necesario moverse, pero en otros casos es esencial para garantizar el éxito. Es lo que pasó en las últimas semanas. No siempre el pescado está acardumado en el mismo sector y es entonces cuando comienza la peregrinación de las camionetas a otras zonas conocidas como Los Palitos, Paso Seco y toda la bahía que finaliza en Punta Rubia, distante a unos 20 km aproximadamente del centro del pueblo. De ahí en adelante, cuando el pejerrey brilla por su ausencia o la pesca no rinde como lo esperado, se puede avanzar hacia sectores como el Faro o Los Molinos para tratar de completar la cuota diaria.
Secreto de los más avezados
En el medio del viaje, la arena de San Blas ofrece bancos más pequeños intermedios de esos puntos centrales y en cualquiera de ellos puede estar el pejerrey. Por eso es vital bajar y probar. Los más conocedores comparten un secreto a voces: buscar sectores donde haya presencia de piojo de mar, que suele ser uno de los principales alimentos del panzón. Es importante remarcar que, de acuerdo a relevamientos realizados al cierre de la presente edición, no hubo una zona que se destacó en particular y todos los días de pesca fueron distintos.
El pejerrey logrado se mostró bastante activo y potente para picar, aunque hasta ahora se trata de un escenario más de calidad y no tanto de cantidad. Se utilizaron aparejos tradicionales de tres brazoladas de 90 cm cada metro, la última de ellas rastrera (a 10 cm del plomo) y rulero cebador, con anzuelos número 1. Un aparejo relativamente corto pero muy rendidor y que permite hacer lances un poco más largos cuando la situación lo requiere, aunque debe acompañarse con cuidado para evitar la rotura de la caña. La carnada no tiene misterio: camarón, fresco o preparado, acompañado con una tirita de magrú. No falla.
San Blas es considerado el paraíso de la pesca deportiva. Se vive y se respira esta pasión. Todo un pueblo adaptado y preparado para recibir a los pescadores que año tras año renuevan sus ilusiones de poder dar con los enormes pejerreyes panzones del lugar. Una de las cuestiones que vuelve particular a esta pesca es que posee un gran encanto para los residentes de localidades con costa marítima, que encuentran allí una opción que no se les ofrece en casa. Ya sea por medio de los excelentes guías de la zona o por motu propio, todavía quedan por delante brillantes jornadas invernales donde –sin lugar a dudas– lo mejor está por venir.