En diálogo con Canal E, el economista Ramiro Tosi, con experiencia directa en la gestión de instrumentos financieros públicos, detalló las características, riesgos y motivaciones detrás del nuevo bono en pesos con vencimiento en 2030.
Un instrumento con historia
“Este no es un instrumento nuevo”, remarcó el entrevistado al inicio de su análisis sobre el Bonte 2030. El economista recordó su antecedente más cercano: los bonos emitidos en 2018 durante la gestión de Luis Caputo para reemplazar las Lebac. En aquel momento, se ofrecían bonos en pesos a tasa fija a cinco años, apuntando tanto a inversores locales como extranjeros.
Sin embargo, el contexto cambió drásticamente. La devaluación y el cepo cambiario dejaron atrapados a miles de millones de dólares en pesos sin posibilidad de repatriación. “Ese fue uno de los grandes problemas durante la gestión de Guzmán”, explicó Tosi, al señalar cómo esos capitales presionaban sobre la brecha cambiaria intentando salir por el contado con liquidación (CCL).
¿Por qué apostar al Bonte 2030?
La propuesta actual del Gobierno incluye una tasa fija en pesos del 29,5% anual. “Esa tasa está por arriba de lo que muchos analistas estiman para la inflación de 2025”, argumentó Tosi. La expectativa oficial es que la inflación converja a un dígito hacia 2027, lo que transformaría esa renta en una ganancia real sustancial.
El atractivo adicional para inversores extranjeros es el acceso parcial al mercado cambiario oficial o al MEP-CCL tras mantener el bono por seis meses desde la suscripción primaria. “Van a poder comprar los dólares y girarlos a sus países de origen”, explicó, resaltando una capa del cepo flexibilizada exclusivamente para no residentes.
El “put” como seguro de salida
Uno de los elementos clave del Bonte 2030 es la cláusula “put”, que permite al inversor revender el bono al Estado en 2027 al valor nominal. “Te llevás el cupón de intereses más el capital como si fuera 2030”, detalló Tosi. Esto actúa como un seguro frente a eventuales turbulencias políticas y económicas antes de las elecciones presidenciales.
Así, quienes mantengan el bono hasta mayo de 2027 habrán cobrado ya cerca de la mitad del capital invertido vía cupones, recuperando la inversión en términos nominales si ejercen el “put”.
Riesgos cambiarios y cobertura
Un interrogante lógico surge: ¿qué pasa si el tipo de cambio se dispara? “Si el inversor extranjero no quiere correr ese riesgo, tiene que cubrirse con dólar futuro”, recomendó el economista. Según Tosi, la cobertura puede asegurar una renta en dólares del 2% en seis meses, un rendimiento modesto pero con menor exposición al riesgo cambiario.
¿Y si todos quieren salir?
Tosi advirtió que el riesgo sistémico aparece si hay una salida masiva. “Suponete que el dólar sube, bueno, quedarían hechos”, explicó, al ejemplificar que al tipo de cambio proyectado, los inversores recibirían cerca del 15% en dólares como retorno semestral. Pero si todos quieren recomprar dólares al mismo tiempo, podrían presionar nuevamente el mercado cambiario.
¿Con qué se paga el bono?
La emisión o el financiamiento interno son las dos vías que ve Tosi para pagar estos compromisos. “Ese bono lo vas a tener que pagar con los 12 billones que el Banco Central le transfirió al Tesoro o con pesos que consigas de inversores locales”, afirmó.
¿Reestructuración a futuro?
Tosi fue claro: un canje forzado no debería repetirse. “Lo hicimos en 2020 con autorización del Congreso y solo por ese ejercicio fiscal”, recordó, al señalar que actualmente el Gobierno opera sin presupuesto aprobado y con menos margen legal.
Finalmente, Tosi habló de la intervención del Banco Central con ventas de dólar futuro. “Está tratando de imponer una banda cambiaria en el mercado futuro”, aseguró.