Newell’s necesitaba un resultado positivo propio y la complicidad de guiños ajenos para poder conseguir el anhelado pasaje a la próxima instancia del torneo Apertura. Sabía que sólo le servía un triunfo ante Racing en Avellaneda, y que debía recibir, además, buenas noticias desde La Paternal y Mendoza. Lo cierto es que, a pesar del enorme esfuerzo que le significó volver a ponerse de pie y situarse con chances de dar pelea dentro del torneo, la caída 1-0 ante la Academia, con gol en contra de Salcedo en la expiración del cotejo, le puso un impiadoso freno de mano a la ilusión y al envalentonamiento que traía.
El conjunto rojinegro sabía que estaba obligado a disputar esta jornada con su radar ampliado, con la oreja también atenta a otras sedes de disputa, que marcaron el pulso de una tarde repleta de emociones. Era consciente de que no le quedaba otra que ganar en Avellaneda, y esperar que pierda Estudiantes frente a Argentinos en La Paternal, y que Defensa y Justicia no se imponga en su visita a Mendoza a Independiente Rivadavia.
Pero no pudo cumplir con su parte. El equipo leproso sabía que su margen de maniobra era realmente muy estrecho, y que también dependía de otras combinaciones que debían darse en otros estadios. Confiaba en poder lograrlo, llegó hasta la última fecha de la fase de grupos con una gran ilusión sobre sus hombros, pero recibió un golpe, que no merecía y que lo deja afuera de los que competirán por ganar este torneo.
El cotejo arrancó en horario, para no ir más a atrasado que el resto. La Lepra se plantó con Jacob y Méndez de doble cinco y Banega mucho más adelante para tratar de encontrar juego con asociaciones con Cocoliso, Maroni y Herrera.
A los 5’, Adrián Fernández, estuvo cerca tras un tiro libre. El dueño de casa era el que tenía más la pelota y las ocasiones, y no le permitía hacer pie en el partido. En esos primeros pasajes, la visita sólo esbozaba el corazón de Jacob y poco más para inquietar. No podía salir de su postura de acorralamiento, a la que lo llevó su rival. Y en las pocas que lograba progresar en el campo, le faltaba claridad para finalizar las jugadas.
Ante la situación de dominio, desde los 20’, Jacob se metió en la línea de fondo para dar un mano a un equipo que no lograba llevar el desarrollo del juego a carriles más convenientes a sus intereses. Racing empezaba a acumular más merecimientos, con chances que siempre recorrieron la cornisa de peligrosas amenazas, que merodearon la apertura del marcador. Y Newell’s quería responder, y hacerse sentir en un trámite claramente desfavorable.
Le faltaba peso arriba
Pero le faltaba peso en juego con un Banega lento, intrascendente, y lejos de generar oportunidades para su equipo. Maroni tampoco funcionó ni gravitó por izquierda, en el sitio geográfico de Silvetti. A los 30’, empezaban a llegar las buenas nuevas desde La Paternal, pero a Newell’s le estaba costando más de la cuenta poder acercarse a las chances de triunfo.
En cada corte que ofrecía el partido, el Ogro pasaba las novedades de los resultados en los otros duelos, pero eso tampoco pudo influir en las acciones que ofreció el cotejo. Tuvo algunas pelotas paradas en el cierre de esa etapa, pero también le faltó la dosis necesaria de serenidad y certeza. Un remate de Solari estuvo cerca, salió a milímetros del caño derecho de Navas, y encendió al público local. Pero en el adicional, una falta en una veloz contra a Herrera sobre los últimos minutos, derivó en roja para Sosa. El destino parecía hacerle un guiño de complicidad a la Lepra. En ese tramo, un disparo de Jacob que sacó Arias, pareció cambiarle la postura a la vista, de cara al complemento.
En esa etapa la más clara fue un cabezazo de Cocoliso que manoteó Arias, dio en el travesaño y en el rebote Salcedo de cabeza abolló el palo. La más clara para Newell’s.
En el segundo tiempo Newell’s apretó más
En el segundo tiempo, Newell’s debía afrontar el desafío de jugar con uno más. La expulsión modificó el mapa del pleito. Pero, faltaba el gol de Newell’s para entrar en la tierra de las concreciones. Para ese momento, Fabbiani apostó por Juanchón García por Méndez, y en esa situación Banega se ubicó de cinco. El mensaje desde el banco era claro. Había que ir con más determinación y recursos rumbo al área rival. A los 6’, un cabezazo de Cocoliso tras centro de Martino, sólo conformó una endeble advertencia. Un minuto después Montero tuvo una ocasión clara desde fuera del área y falló.
El partido era otro. Uno muy distinto. Newell’s se animó a tomar las riendas para ir por la victoria que necesitaba y se lanzó en esa puja, con mucha más determinación que ideas. Se paró con un 3-3-2-2 que lo situó más cerca del arco adversario, y de lo que precisaba. La tercera conquista en La Paternal ante el Pincha, llegaba como canto de motivación colateral, pero al conjunto rojinegro le faltó claridad en los últimos metros.
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Cambios ofensivos
Con los ingresos, de Acuña y Chiaverano, volcó todavía más la propuesta en función de ataque. Y en esa decisión, quedaba a veces desprovisto en las contras y debía cortar con infracciones. A los 25’, Navas se hizo colosal ante una peligrosísima entrada de Solari. A los 27’, Juanchón lo tuvo dos veces y se mostró ciego para resolver. Y Acuña estuvo muy cerca con remate apenas arriba del travesaño.
A los 30’, un tiro libre de Banega que sacó Arias de manera brillante. El gol en contra de Salcedo, tras un centro de costado, sobre el cierre, cayó como un impiadoso castigo contra las intensiones leprosas, que naufragaron en su propia impericia. La Lepra jugó con uno más todo un tiempo pero la faltó poder de fuego para aprovechar esa ventaja. Y ese mal, que lo persiguió todo el certamen, lo condenó con excesiva severidad en el choque decisivo.
De esa manera, Newell’s terminó el pleito, con la sensación de haber hecho el mayor esfuerzo posible. Y estuvo muy cerca de poder cumplir con su parte. Arañó la hazaña pero la suerte, otra vez, le volvió a dar la espalda en los momentos trascendentales de definición. Y se quedó en la puerta, por su gran culpa.