La Federación Industrial de Santa Fe advierte que, si bien suscriben al equilibrio fiscal y externo como condición clave para la estabilidad macroeconómica, alcanzarlo a costa de las capacidades productivas implica costos demasiado elevados. A los anuncios que se dieron sobre fines de 2024, hace algunos días el ministro de Economía, Luis Caputo, sumó rebajas que afectan al sector textil
Por Álvaro Arellano
La Federación Industrial de Santa Fe (Fisfe) formalizó un nuevo reclamo en el Congreso de la Nación por el avance de las medidas desregulatorias del gobierno nacional que afectan al sector. Desde la entidad consideran que la profundización de la apertura comercial sin un plan integral que nivele las condiciones de competencia con el exterior “puede generar un daño irreparable sobre el tejido industrial argentino».
El Tesorero de Fisfe, Mariano Ferrazzini, brindó una exposición en el marco de la Comisión Pyme de la Cámara de Diputados, centrada en los desafíos que enfrenta el entramado productivo frente a una apertura económica sin planificación. Allí dejó en claro que, si bien suscriben al equilibrio fiscal y externo como condición clave para la estabilidad macroeconómica, alcanzarlo a costa de las capacidades productivas implica costos demasiado elevados.
Mientras afina detalles con el Fondo Monetario Internacional con el objetivo de acceder a dólares que le permitan estabilidad cambiaria de cara a las elecciones, el gobierno nacional continúa con rebajas arancelarias en bienes finales, insumos y maquinaria. A los anuncios que se dieron sobre fines de 2024, hace algunos días el ministro de Economía, Luis Caputo, sumó rebajas que afectan al sector textil.
En este último anuncio, Caputo anticipó que el Ejecutivo reducirá los derechos de importación de la ropa del 35% al 20%; los de telas, del 26% al 18% y los de distintos hilados bajarán del 18% a un rango de entre 12% y 16%, dependiendo del tipo de producto. Esto se suma a la batería de quita de aranceles en neumáticos, motos, bicicletas, electrodomésticos, plásticos, maquinarias, matrices, entre otros.
En este marco Ferrazzini alertó sobre el fuerte incremento de las importaciones, que crecieron, en cantidades, un 55,4% interanual en febrero, impulsadas principalmente por bienes de consumo y de capital, en un contexto donde la actividad aún no ha recuperado los niveles previos. “Estamos viendo cómo ingresa un volumen de productos que no guarda relación con la reactivación interna”, señaló.
El referente industrial subrayó el contraste entre la política local y la coyuntura internacional: “Mientras el mundo desarrollado redefine sus estrategias apostando al cuidado del empleo y a políticas de reindustrialización, Argentina se encamina hacia una apertura desregulada y anacrónica”. Recordó que potencias como Estados Unidos han decidido incrementar aranceles de forma generalizada, y que esta tendencia se replica en Europa y Asia, como parte de una lógica de protección del empleo y fortalecimiento de sectores estratégicos.
Por otra parte, hizo foco en tres ejes clave que condicionan la competitividad sistémica del país:
- Presión impositiva: Argentina encabeza el ranking regional en materia de carga tributaria. Al ajustar por informalidad, la presión real sobre el sector formal asciende al 52%, con un sistema complejo y regresivo que castiga a las cadenas de valor industriales.
- Costos laborales no salariales: Aunque la industria formal paga 30% más que el promedio, enfrenta crecientes costos derivados de la litigiosidad y la incertidumbre jurídica. En Santa Fe, los juicios laborales aumentaron un 29% interanual, a pesar de la mejora en los índices de siniestralidad.
- Acceso al crédito: El crédito bancario representa solo el 6% del PBI, en comparación con promedios regionales del 60%. La falta de financiamiento adecuado limita la inversión y la expansión de la capacidad productiva.
Ante las críticas deslizadas por integrantes del gobierno hacia el sector, incluso del propio presidente, Ferrazzini aclaró: “No pedimos ventajas ni proteccionismo a ultranza, simplemente las mismas condiciones que tienen nuestros competidores en el mundo”.
Cerró su exposición refiriéndose a la situación de la provincia de Santa Fe, donde el 50% de los sectores industriales aún no recuperaron los niveles de producción previos a enero de 2024. La caída en el consumo de energía industrial (-8,7%) y la pérdida de más de 11.000 empleos formales en un año marcan la gravedad del escenario actual. “Sin un plan que acompañe la apertura con condiciones reales de competencia, se ponen en riesgo empleos de calidad y capacidades productivas estratégicas para el desarrollo del país”, concluyó.