El caso de Lucas Aguilar, el delivery de 20 años asesinado de siete puñaladas en medio de un intento de robo, expuso nuevamente la inseguridad que impera en Moreno, el sexto partido más populoso del Conurbano. A cargo de la intendenta Mariel Fernández, dirigente del Movimiento Evita con terminal en Cristina Kirchner y una de las vicepresidentas del renovado Partido Justicialista Nacional, cuenta con la mayor tasa de homicidios dolosos del territorio bonaerense, con 8,48 cada 100 mil habitantes, de acuerdo a los datos del Ministerio Público Fiscal de la Provincia de Buenos Aires (2023), por encima de La Matanza (7,82) y Lomas de Zamora (6,83).
“Nadie de la municipalidad ni de la gobernación salió a dar la cara; nadie vino a dar hablar con nosotros, nunca se pusieron a disposición ni nada como dicen; cuando fuimos a reclamar, la policía se nos reía en la cara, nos agredieron, nos tiraron gas pimienta y terminaron deteniendo a personas que estaban pidiendo justicia por mi sobrino; nos hicieron sentir humillados”. De esa forma, Claudia Aguilar, tía de Lucas, expresó a LA NACION, la situación que atraviesa la familia de la víctima. En ese mismo momento, la intendenta Mariel Fernández escribía en sus redes sociales que se encontraba a “completa disposición de la familia” en un mensaje donde debió cerrar los comentarios.
Los vecinos sostienen que “la situación en Moreno está desmadrada”. O como dijo el propio Lucas Aguilar instantes antes de que lo mataran, en un reportaje en televisión: “Es tierra de nadie”. Tampoco pasa desapercibida la alta exposición política que ha adquirido el distrito mientras las muertes en hechos delictivos se acumulan entre sus habitantes. “Acá se pasean en helicópteros, se juntan en la reserva, viven haciendo actos, anuncios y sacándose fotos entre ellos, pero de nosotros ni se enteran”, cuestiona Claudia Aguilar. Al lado, una de sus amigas que la acompaña en la sala velatoria, cuenta que ha tenido hasta que cambiar de trabajo por la inseguridad. “Tenía un puesto ambulante, pero en la calle ya no se puede estar más, te matan”, expresa con resignación.
En un lapso de 48 horas, durante esta semana se desencadenaron tres episodios que exhibieron la sangrienta cotidianidad con la que conviven a diario los vecinos en Moreno. Además del asesinato de Aguilar, cuyo detenido por el homicidio ya tenía al menos tres condenas entre sus antecedentes, el martes un policía de la Policía de la Ciudad fuera de servicio y sin uniforme fue abordado por dos motochorros: a uno de ellos, de 18 años, lo abatió tras responder con su arma reglamentaria, mientras que el cómplice, otro adolescente, pero de 15, resultó herido de gravedad con tres balazos.
“La disputa política por la justicia la paga la gente”, dice una fuente reservada del Poder Judicial de Moreno consultado por LA NACION, que cataloga de “urgente” la situación en este partido donde viven más de 576 mil personas, donde advierte un caldo de cultivo para el narcotráfico al estilo Rosario. “Hoy el poder judicial en Moreno todavía está en formación: no tiene competencia penal, la cámara no está en el departamento, los fiscales no tienen equipos conformados y en el medio están los vecinos que necesitan de la justicia”, añade.
Como coletazo de la ola de secuestros desatada a comienzos de los años 2000 con el caso de Axel Blumberg, que ocurrió en La Reja (Moreno), se puso en marcha el plan para dotar de poder judicial a los partidos más calientes de la provincia de Buenos Aires. Esto derivó, entre ellos, en la creación del Departamento Judicial Moreno-General Rodríguez en 2006. Con la premisa de la justicia es lenta, sin embargo, recién diez años después se nombró el primer fiscal general. “Los juicios todavía se llevan a cabo en Mercedes, que nada tiene que ver con la idiosincrasia de Moreno, lo que pone en jaque el acceso a la justicia de sus propios habitantes”, completa.
Para el ex concejal Juan Fernández (UCR), “históricamente hubo una situación muy endeble en materia de seguridad en Moreno, pero en los últimos meses y particularmente en este verano se ha recrudecido de forma exponencial”. Según su opinión, “el centro es un desastre y los lugares de la periferia, donde muchos trabajadores tienen que tomar un transporte para llegar al centro y así dirigirse a la Capital Federal o a algún otro lugar de trabajo, peor aún. La verdad es que es una aventura caminar o transitar a cierta hora”.
Melina Mariel Fernández nació el 12 de junio de 1977 en Cuartel V, un cúmulo de barrios de orígenes humildes ubicados en la periferia respecto al centro de Moreno y lindante a José C. Paz y Pilar. Nacida en el seno de una familia de empleo doméstico y albañilería, la inseguridad también marcó la vida a temprana edad de la actual jefa municipal. El 31 de diciembre de 1995, cuando apenas tenía 18 años, su padre fue asesinado a balazos durante un violento intento por robarle el auto.
A raíz de las sucesivas crisis económicas y el cierre de fábricas a su alrededor, Mariel Fernández comenzó a relacionarse con el movimiento de curas villeros y trabajar en los comedores que se fueron multiplicando en los consecuentes asentamientos. El estallido del 2001 la encontró militando dentro del Movimiento de Trabajadores Desocupados (MTD), cuya desembocadura sería el triunfo presidencial en 2003 de Néstor Kirchner. Para entonces, Fernández ya era una referente del naciente Movimiento Evita. Como el brazo social del gobierno del difunto ex mandatario, la agrupación piquetera encabezada por Emilio Pérsico se convertiría en la más grande del país.
A pesar de los diversos desencuentros y las tensiones que marcarían la relación entre La Cámpora y el Movimiento Evita por la gestión territorial y el manejo de los fondos públicos, Mariel Fernández dio el salto político en 2019. Ese año, su figura garantizó la continuidad del peronismo, pero desbancó del poder al ex intendente Walter Festa, cuya gestión estaba acuciada por escándalos políticos, las deudas y que hoy lo tiene imputado por lavado de dinero junto a su mujer Romina Uhrig (ex Gran Hermano). Así se convirtió en la primera dirigente piquetera en ganar un municipio bonaerense.
A contracorriente de la irrupción libertaria a nivel nacional en la Argentina, quien además es la esposa del histórico dirigente social Esteban “Gringo” Castro (UTEP) revalidaría su cargo en 2023 con más del 57 por ciento de los votos. En su gestión, afirmó en una entrevista por la tarde que “se bajó un 50% la tasa de homicidio y 50% los robos a mano armada”, pero reconoció “una creciente escalada de violencia” y apuntó contra el gobierno nacional: “Nos dejaron de mandar los fondos de seguridad”.
Durante el 2024, la figura de la intendenta de Moreno comenzó a ganar fuerza en las consideraciones de Cristina Kirchner, a quien acompañó en momentos cruciales en su rearmado político del peronismo y hasta en materia judicial, con diversas cumbres en el municipio. La exmandataria la convocó a su última gira por México en el marco de la asunción presidencial de Claudia Sheimbaum, y en noviembre ambas compartieron una actividad de género en Moreno en el momento de la lectura de la Cámara de Casación que ratificó la condena a 6 años de prisión por la causa Vialidad.
En la reserva ecológica municipal Los Robles, en Moreno, también fue el punto elegido para el encuentro en donde Cristina Kirchner y el gobernador Axel Kicillof volvieron a verse frente a frente en medio de los desencuentros internos. De aquella foto, que debió ejecutarse un par de veces con el fin de transmitir “unidad”, participaron el ex candidato presidencial Sergio Massa; el titular del PJ Bonaerense, Máximo Kirchner; la vicegobernadora Verónica Magario y la propia Mariel Fernández. A los pocos días, la jefa municipal con orígenes en el Movimiento Evita sería oficializada como una de las cinco vicepresidentes en el nuevo PJ Nacional.
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