Antoni Gutiérrez-Rubí: el estratega de las sombras que manipula el destino de naciones

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En el oscuro entramado del poder político internacional, el nombre de Antoni Gutiérrez-Rubí se repite como un eco constante. Este consultor político nacido en Barcelona en 1960 ha sido el cerebro tras las estrategias comunicacionales de algunos de los líderes más cuestionados de América Latina y Europa.

Fundador de la consultora Ideograma, Gutiérrez-Rubí ha utilizado sus conocimientos en emociones y narrativa política para encumbrar a personajes cuyas decisiones han devastado economías, dividido sociedades y perpetuado la corrupción.

La sombra tras la decadencia argentina

Argentina ha sido uno de los escenarios donde este estratega ha desplegado sus tácticas más discutibles. En 2019, Gutiérrez-Rubí asesoró a Alberto Fernández, un candidato cuya presidencia estuvo marcada por una crisis económica sin precedentes, con niveles de inflación que superaron el 100%.

Bajo su guía, Fernández utilizó la estrategia de la «proximidad emocional«, buscando conectar con los ciudadanos mientras su gestión profundizaba la desigualdad y aumentaba la pobreza.

| La Derecha Diario

El catalán también desempeñó un papel fundamental en la campaña presidencial de Sergio Massa en 2023, quien asumió el cargo de ministro de Economía en medio de un descalabro financiero. Massa, bajo el asesoramiento de Gutiérrez-Rubí, intentó proyectar una imagen de salvador económico mientras el peso argentino se desplomaba y la deuda externa se disparaba.

«El mensaje emocional fue una máscara para tapar la realidad: una economía al borde del colapso y un pueblo exhausto«, señalan analistas locales. Massa perdió en el balotaje, dejando una estela de desesperanza en el electorado.

Colombia: un cambio lleno de caos

En 2022, Gutiérrez-Rubí diseñó la estrategia de Gustavo Petro, el primer presidente de izquierda en Colombia. Apelando a las emociones de cambio y justicia social, Petro ganó las elecciones con un discurso que prometía transformar al país. Sin embargo, su gestión se ha visto plagada de protestas masivas, divisiones internas y una economía tambaleante.

Las «emociones políticas«, término recurrente en los escritos de Gutiérrez-Rubí, fueron un arma de doble filo: el pueblo que una vez creyó en Petro pronto se enfrentó a un gobierno incapaz de cumplir sus promesas.

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Honduras: la falsa esperanza

Xiomara Castro también depositó su confianza en el estratega catalán. En 2021, se convirtió en el presidente de Honduras tras una campaña que Gutiérrez-Rubí diseñó con un enfoque en la «renovación y transparencia«.

Pero una vez en el poder, su gobierno estuvo marcado por el nepotismo y la corrupción. Honduras sigue siendo uno de los países más violentos y pobres del mundo, demostrando que el cambio prometido no era más que una ilusión cuidadosamente elaborada.

El manipulador maestro

Antoni Gutiérrez-Rubí no solo asesora a políticos: los transforma en personajes. En su libro Gestionar las emociones políticas, afirma que «la política moderna no se trata de hechos, sino de sentimientos«.

Su capacidad para moldear narrativas emocionales le ha permitido encumbrar a líderes cuyas gestiones han sido catastróficas. Sin embargo, detrás de estas estrategias, muchos ven una manipulación fría y calculadora. «El fin no justifica los medios cuando el resultado es la destrucción de un país«, advierten críticos de su trabajo.

Un legado de caos y desesperanza

Desde las oficinas de Ideograma en Barcelona, Gutiérrez-Rubí ha exportado su marca de consultoría política a nivel mundial, dejando tras de sí una estela de países heridos por sus tácticas. La «proximidad emocional» y la «gestión de emociones» que predica en sus libros se han convertido en herramientas para perpetuar liderazgos vacíos y destructivos.

En un capítulo de su libro La política vigilada, Gutiérrez-Rubí escribe: «La transparencia es el gran reto del siglo XXI«. Sin embargo, sus estrategias parecen contradecir esta afirmación. Sus clientes ocultan la ineficacia y corrupción detrás de mensajes calculados, mientras las consecuencias reales se sienten en los bolsillos y corazones de los ciudadanos.

El titiritero que mueve los hilos del poder

Antoni Gutiérrez-Rubí no es solo un consultor: es un titiritero que opera desde las sombras. Sus hilos de influencia conectan a líderes que, aunque diferentes en su discurso, comparten un denominador común: el fracaso.

Su legado no es el de un innovador político, sino el de un manipulador que ha jugado con las esperanzas de millones para consolidar su reputación profesional.

La pregunta que persiste es: ¿hasta cuándo permitirán los pueblos que este arquitecto de las sombras siga escribiendo los guiones de su tragedia política?

Mientras Antoni Gutiérrez-Rubí siga siendo el estratega predilecto de líderes en busca de poder, el riesgo de caer en el abismo continuará acechando a las democracias del mundo.

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