La única preocupación pasaba por la marcación en la pelota parada que se vio en los córners que ejecutaron los mendocinos.
Nada hacía presagiar irse al vestuario en desventaja. Pero hubo una sucesión de pequeños errores o distracciones y a los 42 minutos la visita anotó. Primero Tabares quiso salir jugando con poco espacio tras robar una pelota y concedió un córner. Tras el centro nadie pudo despejar y la pelota derivó en Gómez, quien metió un par de amagues y sacó un centro para el cabezazo solitario de Peinipil, con la Defensa leprosa muy metida en el área chica y un Reinatti que no se animó a salir a cortar un envío que cayó en su zona de control.
De pronto, el entusiasmo de la gente flaqueó, y sobrevolaron los fantasmas de un 2024 que nadie quiere recordar.
Newell’s salió al complemento obligado. Y Soso cambió los dos laterales. Panchito pasó a jugar de tres bis, Juanchón entró de nueve para liberar a Silvetti y el pibe Tirado volvió al ruedo tras mucho tiempo.
Y el impulso pudo poner el partido igualado. Primero falló Panchito en la puerta del área al rematar al cuerpo del arquero. Y luego vino un penal tras agarrón a Salcedo. Pero Banega pateó a la zona donde más se tiran los arqueros y el festejo pasó a ser reprobación de los hinchas.
Desde ahí fue todo cuesta arriba. Newell’s atacó a los empujones y el partido se llenó de desbordes de Chiaverano y Silvetti para lucir a los zagueros rivales y evidenciar la falta de un nueve de mayor jerarquía.
Para colmo, en la jugada más clara, Juanchón metió una media vuelta en el palo, y en el rebote, Maroni pareció apuntar al mismo lugar. La suerte estaba echada.
Newell’s fue un ‘deja vu’ de un 2024 que nadie quiere recordar. Será necesario cambiar la imagen rápido porque la paciencia se agotó hace rato.