El 19 de enero de 2025, TikTok dejó de funcionar en Estados Unidos tras la entrada de una ley que prohíbe su operación si ByteDance, su empresa matriz china no vende la aplicación. Esta medida avalada por la Corte Suprema, más allá de las últimas declaraciones de Donald Trump con sus idas y vueltas en implementar la medida, marcó un nuevo capítulo en la disputa tecnológica y geopolítica entre Estados Unidos y China, pero también dejó al descubierto las profundas contradicciones del sistema capitalista que sustenta ambas potencias.
A días de la asunción de Donald Trump como el nuevo presidente de Estados Unidos, él mismo ha manifestado en diferentes medios de comunicación su intención de otorgar una prórroga de 90 días a TikTok para “evitar” su prohibición en Estados Unidos.
¿Seguridad nacional o proteccionismo disfrazado?
El argumento oficial detrás de la prohibición es la “seguridad nacional”. Washington acusa a TikTok de recopilar datos de usuarios estadounidenses para el gobierno chino, una afirmación que ByteDance niega rotundamente. Sin embargo, la decisión no puede entenderse fuera del contexto de las tensiones económicas, políticas y tecnológicas entre las dos principales potencias imperialistas globales.
Estados Unidos, históricamente el campeón del libre mercado, ahora utiliza el poder del Estado para proteger a sus propias corporaciones tecnológicas como Meta y Google. ¿Es esto realmente una cruzada por la privacidad y la seguridad de los ciudadanos? Si así fuera, ¿por qué esas mismas preocupaciones no se aplican a empresas estadounidenses que recopilan masivamente datos para fines comerciales y gubernamentales?
El capitalismo mundial y sus contradicciones
TikTok no es solo una aplicación para videos cortos; es una herramienta que desafió la hegemonía estadounidense en la industria tecnológica a nivel mundial. Mientras las corporaciones occidentales dominaban el mercado, la aparición de una plataforma china con éxito masivo mostró que el capitalismo no tiene fronteras nacionales, pero sí reglas que benefician a los poderosos.
El capitalismo siempre se presenta como el sistema de la competencia, pero ¿qué ocurre cuando la competencia amenaza a los grandes jugadores? Se recurre al proteccionismo, como en este caso, donde se busca eliminar un rival extranjero bajo el disfraz de “proteger la seguridad nacional”.
Impacto en los trabajadores y los usuarios
Mientras las élites políticas y económicas disputan, los principales afectados son los trabajadores y los usuarios. Los empleados de TikTok en Estados Unidos enfrentan incertidumbre laboral, mientras que millones de usuarios, en su mayoría jóvenes, ven restringido su acceso a una plataforma que no solo es un espacio de entretenimiento, sino también de creación y expresión cultural.
Además, la prohibición sienta un precedente preocupante sobre el control estatal del acceso digital. Si bien se argumenta que la medida es para proteger a los ciudadanos, ¿quién decide qué plataformas son seguras o peligrosas? Esta dinámica puede abrir la puerta a más censura y restricciones en nombre de la seguridad.
Elon Musk: ¿libertad de expresión o pragmatismo empresarial?
En este mismo marco Elon Musk, dueño de X (anteriormente Twitter) y una de las figuras más influyentes del capitalismo tecnológico, se posicionó públicamente en contra de la prohibición de TikTok en Estados Unidos, argumentando que atenta contra la libertad de expresión. Sin embargo, su postura no es casual: Musk tiene profundos vínculos comerciales con China, donde Tesla opera importantes fábricas y depende de insumos clave para su producción. Este contexto permite interpretar su posición no como una defensa de principios, sino también como una estrategia pragmática para preservar sus relaciones económicas con el gigante asiático; y su interés de fondo de comprar en algún momento la plataforma. Musk, una vez más, demuestra cómo las élites empresariales actúan según sus intereses corporativos, disfrazando decisiones estratégicas como compromisos ideológicos. Musk no solo se erige como empresario, sino como un actor político que utiliza su poder para moldear el ecosistema digital en favor de sus intereses.
En este contexto, su reciente papel como “funcionario de facto” en Estados Unidos, al influir sobre temas clave relacionados con la regulación de la tecnología y las políticas globales, lo coloca en el centro de los debates sobre la concentración de poder y la influencia corporativa en la política. Además, el impacto de Musk en la política digital se hizo evidente en Brasil, donde X (Twitter) bajo su liderazgo experimentó una serie de bloqueos y censuras políticas, especialmente en las elecciones de 2022. Esto refleja cómo bajo el control de grandes empresarios las plataformas digitales se convierten en instrumentos no solo de libertad, sino también de manipulación y control.
In my opinion, TikTok should not be banned in the USA, even though such a ban may benefit the 𝕏 platform.
Doing so would be contrary to freedom of speech and expression. It is not what America stands for.
— Elon Musk (@elonmusk) April 19, 2024
La asimetría de poder: usuarios y tecnología
El sistema digital actual refleja una profunda asimetría de poder, donde las grandes corporaciones tecnológicas como las que operan plataformas como TikTok, tienen un control absoluto sobre los datos, la información y el comportamiento de los usuarios, los cuales utilizan estas plataformas como otra herramienta de lucro, dominación y censura. Esta centralización del poder tecnológico no solo condiciona la libertad individual, sino que convierte a los usuarios en meros productos, manipulados por algoritmos y políticas corporativas. Frente a este panorama, es crucial repensar y reclamar un control democrático sobre la tecnología. Solo con una estructura que ponga la tecnología al servicio de las mayorías, y no de los intereses corporativos, podremos avanzar hacia un futuro donde la innovación no sea sinónimo de explotación, sino de emancipación colectiva.