Lionel Messi explotó de bronca en Asunción. Fue en el entretiempo del partido contra Paraguay, cuando toda la Selección Argentina se volcó contra el árbitro brasileño Anderson Daronco, por la decisión de no haberle sacado la segunda amarilla a Omar Alderete, el defensor del conjunto dirigido por Gustavo Alfaro, que al minuto del segundo tiempo convirtió el 2-1 para los guaraníes.
Claro, la imagen pareció muy elocuente. Messi levantó la pelota por encima de la cadera de Alderete y el ‘3’ le cruzó el cuerpo a la Pulga, que cayó sobre el césped. Daronco sancionó la falta correctamente, pero se olvidó de la amarilla. Era la segunda, porque unos minutos antes le había dado un planchazo fortísimo contra el propio capitán albiceleste y fue amonestado.
«Caradura», se alcanzó a leer de los labios del entrenador Lionel Scaloni mientras protestaba junto a Walter Samuel y otros integrantes del cuerpo técnico de la Selección Argentina.
Cuando pitó el final del primer tiempo, una marea de camisetas albiceleste rodeó a Daronco, pero el más efusivo fue Messi, que lo señalaba con el dedo índice izquierdo, mientras Daronco le pedía que se tranquilizara con la palma derecha hacia abajo.
Rodrigo De Paul, como casi siempre, fue el encargado de acompañarlo rumbo a los vestuarios, no sin antes ver cómo Messi le recriminaba también al asistente número 1 Bruno Pires, porque le pedía haber intervenido ya que estaba a pocos metros de la jugada.
La protesta se profundizó cuando al minuto del segundo tiempo el propio Alderete fue el protagonista del cabezazo que significó la remontada de Paraguay, al convertir el 2-1 venciendo a Emiliano ‘Dibu’ Martínez.