El crimen de Pillín Bracamonte: con un fuerte operativo policial, se trasladó el cuerpo hasta un cementerio desconocido donde fue velado

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Dos días después del asesinato de Andrés “Pillín” Bracamonte, el líder de la barrabrava de Rosario Central, su cuerpo fue trasladado del Instituto Médico Legal (IML), donde se le hizo la autopsia, hacia un cementerio de una ciudad vecina. El operativo se realizó con suma cautela ante la posibilidad de un nuevo ataque y por el momento se mantiene en extrema reserva el nombre del sitio donde fue velado por la familia sin cremación, según informó La Capital de Rosario.

Hasta el lunes por la tarde, ante el temor que hay en Rosario por posibles represalias y una nueva crisis de inseguridad en la ciudad santafesina, ningún cementerio quería encargarse de enterrar a Bracamonte. Pero según consignó el mismo medio, alrededor de las 22 se inició el operativo de traslado, con destino sin confirmar.

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Durante las últimas 48 horas habían sido consultadas unas 20 cocherías y salas velatorias para que pudieran albergar el cadáver de la víctima, pero por un tema de seguridad todos se habían manifestado en contra.

El lunes por la mañana, el fiscal de homicidios, Alejandro Ferlazzo, que investiga los crímenes del jefe de la barra de Rosario Central, Andrés “Pillín” Bracamonte y de su ladero Daniel “Rana” Attardo, había destacado que “no hay detenidos”, pero señaló que serían “tres los atacantes”.

A través de una conferencia de prensa, el fiscal dio detalles de cómo avanza la investigación por el doble asesinato que estremece a la ciudad santafesina de Rosario: “La mecánica del hecho ya se conoce, Bracamonte y su allegado iban en una camioneta cuando fueron embestidos y atacados. Hubo más de 11 disparos, cada uno recibió cinco tiros”.

“Estamos trabajando con las cámaras de seguridad del lugar, las cuales funcionan”, subrayó Ferlazzo y agregó que hasta el momento serían tres los atacantes. Acerca de la hipótesis que manejan, se destaca que se trataría de los “múltiples conflictos extendiéndose a lo que es la barra de Rosario” y que se investigan los otros atentados “muy recientes” que tuvo.

En las últimas horas, trascendió el rumor de que el sábado por la tarde, momento en el que transcurría el partido entre Rosario Central y San Lorenzo, ya surgía una alerta por un posible asesinato, algo que terminó ocurriendo. Frente a lo sucedido, Pablo Cococcioni, ministro Seguridad de Santa Fe, confirmó este rumor y aseguró que ahora buscan “anticiparse a posibles repercusiones”.

El cuerpo de uno de los barras en el suelo tras el ataque, con las piernas ensangrentadas producto de las heridas

“No queremos volver al pasado, vamos a cuidar lo logrado en estos 11 meses para que los rosarinos vivan tranquilos”, remarcó.

Asimismo, indicó que la ministra Patricia Bullrich se contactó con las autoridades y “puso a disposición” todas las fuerzas necesarias para evitar nuevos conflictos.

Alejandra Monteoliva, secretaria de Seguridad de la Nación, también participó de la conferencia y explicó: “Estamos trabajando con las fuerzas provinciales y nacionales para la prevención”.

Respecto a la situación actual en la ciudad, la funcionaria destacó que se “mejoraron y ampliaron las zonas de patrullajes”. “Estamos garantizando la situación, reforzando lo que haya que reforzar”, concluyó.

En esa oportunidad, “Pillín” fue atacado en el parque Alem, a unas tres cuadras del estadio, cuando se había acercado a saludar a su pareja y su pequeña hija que estaban en un auto. Bracamonte recibió tres disparos en la espalda, pero salvó su vida de milagro. Esa noche, después de ir a una guardia, volvió a la calle. Los tiros no habían tocado ningún órgano. Se había vuelto a salvar, por la simple acción del azar. En su cuerpo, según contó a este periodista, estaban inscriptos con cicatrices de disparos 29 intentos de asesinato.

Este sábado a las 21.45 la suerte no logró salvar al jefe de la barra, que estuvo al frente del brazo violento de la hinchada durante más de 30 años. “Pillín” no podía ingresar al estadio cuando Rosario Central jugaba de local. Tenía prohibido entrar a las canchas del fútbol argentino desde 2018, por figurar en el listado de derecho de admisión del programa Tribunas Seguras. Bracamonte monitoreaba todo desde las inmediaciones del Gigante. Dentro de la cancha estaba prohibido robar y vender droga. Fuera solo podían hacerlo quienes estaban autorizados.

Hace dos noches, “Pillín” hacía su “trabajo”. Daba vueltas en una camioneta Chevrolet S10, con un hombre de su confianza, un histórico, Daniel Attardo. Por donde transitaba, las luces de las calles estaban apagadas. La oscuridad era total. En Reconquista al 700 dos jóvenes empezaron disparar de manera desenfrenada contra la camioneta. “Pillín” y su amigo murieron en el acto. Bracamonte, que iba en el asiento del acompañante, quedó sentado con la cabeza hacia atrás. Llevaba un sombrero de tipo piluso.

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El doble crimen generó pánico y un fuerte desenfreno en los integrantes de la barra, que fueron llegando al lugar. Los sicarios huyeron en una moto a toda velocidad y se perdieron en las calles oscuras e inundadas de hinchas de Rosario Central.

El temor es que la muerte de Bracamonte reactive las escenas de violencia que Rosario sufrió hasta el año pasado. El crimen aún es reciente para hacer evaluaciones, pero en el gobierno consideran que la situación es diferente, que hay una contención mayor de parte de la policía y los agentes federales. El fantasma es que vuelva a ocurrir lo que paralizó la ciudad en marzo pasado, cuando sicarios menores de edad mataron al azar a cuatro trabajadores, como dos taxistas, un colectivero y un empleado de una estación de servicio. En ese momento, sin ninguna disposición del Estado, los rosarinos tomaron la decisión de no salir a las calles, que quedaron desiertas.

Antes del homicidio de Bracamonte se habían encendido varias alertas. El 1° de octubre fue asesinado después de un partido contra Vélez, Samu, yerno del líder de Los Monos. Algunos interpretaron que esa muerte era un mensaje contra la barra de Rosario Central. Tres semanas después apareció una bandera en la tribuna canalla para rendir homenaje al fallecido. El “trapo” tenía un mensaje sugestivo. El texto de la bandera decía, en letras grandes, “no respetamos a nadie”. También tenía el dibujo de un mono con la leyenda “Siempre mono nunca sapo”. Bracamonte se enojó porque arrojaron bombas de estruendo.

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