Es la Cenicienta del torneo. Sin un presupuesto que aguante lujos o caprichos, fiel a su pragmatismo y con una convicción marcada a fuego, el sorprendente Vélez no para de regalarnos alegrías y consolidar su juego vistoso con buenos resultados. Con un gol de Braian Romero, a los 4 minutos del primer tiempo, derrotó a San Lorenzo por 1 a 0 en el Nuevo Gasómetro y se afirmó como el único líder de la Liga Profesional. Algo impensado en el inicio de temporada, luego de mantener la base de jugadores que lograron el subcampeonato en la pasada Copa de la Liga y haberse reforzado sin grandes nombres.
La gran receta puesta en práctica por Vélez para darle forma y contenido a la brillante campaña que viene haciendo ya no acepta como explicación la casualidad. Este equipo que ideó Gustavo Quintero está en la línea estética y conceptual de los grandes equipos del Fortín. Los resultados lo demuestran. Es compacto, ordenado, vibrante y, fundamentalmente, tiene gol. Es un producto aritmético de futbolistas con poco renombre que no paran de creer en la idea y la oportunidad que les brindó el DT.
Lo que se vio este domingo en el Bajo Flores fue la confirmación de todo lo bueno que demostró a lo largo de las 14 fechas. Y eso le permitió ganar merecidamente un encuentro cuyo trámite no reflejó un dominio tan amplio, tan cómodo, por parte del conjunto de Liniers. Aunque detrás de esa facilidad para llegar al 1 a 0 estuvo Claudio Aquino con todas las luces encendidas y el aporte goleador de Romero, que llegó a su séptimo tanto en el torneo. Sobre todo en la segunda parte, que lo mostró en todo su esplendor de crack, dando una lección de calidad, inventiva, potencia y genuino talento a través de cada una de sus intervenciones. Por algo tuvo participación en 10 de los 27 que acumula el conjunto de Liniers en el presente torneo.
En el primer tiempo, apoyado en la solidez defensiva de Valentín Gómez, el despliegue de Pizzini y la templanza de Bouzat y Aquino, hizo valer el prolijo trato del balón y su potencialidad ofensiva. El tempranero gol de cabeza de Romero, tras un preciso centro de Elias Gómez, le simplificó las cosas al buen planteo de Gustavo Quinteros, que tuvo 15 minutos iniciales brillantes y mereció algún gol más. Sólo le faltó algo de eficacia para aumentar la diferencia. Sin embargo, con el correr de los minutos, mermó el ritmo y permitió que San Lorenzo se acomode mejor en el campo de juego y comience a dominar el partido. Así creó dos situaciones de gol con Nahuel Arias y Alexis Cuello que obligaron a buenas respuestas del arquero Marchiori.
Ese buen cierre de la primera etapa de San Lorenzo no tuvo la continuidad esperada en el inicio de la segunda. Porque si bien el conjunto Boedo sumó posesión y poder ofensivo con el ingreso de Braida, comenzó a descuidarse mucho en defensa y se expuso a que Vélez aumente el marcador con las contras de Aquino. Entre la mala puntería de Thiago Fernández y las buenas atajadas de Chila Gómez, se mantuvo con vida.
Lo mejor del partido
A los 22 minutos, cuando los murmullos comenzaron a crecer y el grito de “movete, San Lorenzo movete” se volvió atronador, Pipí Romagnoli mandó a la cancha al español Iker Muñain para renovar las ilusiones del pueblo cuervo. Sin embargo, el ex Athletic Bilbao poco pudo hacer para cambiar la historia. Vélez, bien parado, lo aguantó sin sobresaltos y dejó que la desesperación de los locales se consumiera en ataques intrascendentes.
Fue ahí donde el temple de los jóvenes defensores velezanos cobró relevancia y fue determinante para el resultado final. Porque las embestidas del local fueron producto de impulsos aislados que terminaron enardeciendo a los hinchas locales con nuevos insultos al presidente Moretti. En el medio, San Lorenzo reclamó un penal por empujón de Valentín Gómez a Vombergar tras un centro desde la izquierda. Contacto hay y dio la impresión que el segundo central del Fortín lo desestabiliza al centrodelantero, pero Facundo Tello lo entendió como un roce lógico.
¿La clave de este Vélez? “Trabajo, sacrificio, humildad. Cada vez que entramos a la cancha damos todo para seguir mejorando y nos estamos entendiendo bien. Es un momento para disfrutar pero sabemos que todavía no conseguimos nada”, dijo Francisco Pizzini. Y agregó: “Estoy muy feliz de poder seguir en esta institución. Llegué a Vélez y logré enamorarme de este club”.
A partir de ahora es otra historia. Habrá que ver cuál es el bagaje psicológico, físico y futbolista de esta sencilla pero efectiva formación que es el Club Atlético Vélez Sarsfield para sostenerse frente a la realidad de verse tan arriba en la tabla de posiciones. Si es capaz de superar la prueba -no importa el resultado final- se podrá decir que en Liniers hay un equipo en el más cabal sentido del término. Por ahora es una grata revelación que no le pesa ser llamado la Cenicienta del fútbol.