Fue custodio de Julio Iglesias, metió preso al Clan Puccio, pero dejó todo por su sueño

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¿Quién dice que no se pueden hacer dos cosas a la vez? Guillermo Gómez tenía 18 años cuando sabía que quería ser policía y actor, dos profesiones completamente distintas, que nunca pensó que combinaría. Hoy, con 69 años, tiene un historial laboral que podría parecer de un personaje de ficción… en parte sí, pero no. Llegó a fingir ser otra persona para atrapar a un ladrón e, incluso, se interpretó a sí mismo en Historia de un clan, el unitario que se emitió por Telefe en 2015, 30 años después de que él mismo metiera presa a la familia criminal argentina liderada por el patriarca Arquímedes Puccio.

Guillermo Gómez, de policía a actor (Foto: Guillermo Gómez)

“Siempre tenía mis disfraces, mis cosas, mis imitaciones y me decían ´pero vos le erraste’. A veces pensaba que sí, pero yo decía ‘no reniego porque considero que en la policía entré y me fui por la puerta grande´”, comenzó diciendo en diálogo con LA NACION, sobre los 23 años en los que formó parte de la Federal, la misma que el año pasado lo premió con una medalla de oro en honor a su trabajo.

Guillermo Gómez fue custodio de Julio Iglesias y de Xuxa (Foto: Instagram/@guillepoligomez)

Antes de meterse de lleno en la actuación, Guillermo ya practicaba el oficio con los disfraces que él mismo confeccionaba. “Yo me disfrazaba para detener ladrones. Podía estar de ciego, de cura, de ciruja, de mujer, de Papá Noel. Ahí me probaba porque yo tenía que hacer algo en la vida real sin que el delincuente se diera cuenta, tenía que meterme en ese personaje para agarrar a los punguistas y carteristas. Era muy buena producción porque hasta me han ayudado cuando me vieron ciego”, indicó.

Sin darse cuenta, terminó combinando sus dos pasiones. “Lo que no canalicé a los 18 años, lo hice después de grande. Como me salía bien en la vida real, caracterizado por mí mismo, con mis propios disfraces y maquillajes, era una forma de ponerme a prueba porque acá tenía que salir perfecto, porque sino los tipos se te van, no sirve”, explicó.

Además de las tareas diarias y los disfraces, que aparecían de vez en cuando, su trabajo lo llevó a desempeñarse como custodio de artistas internacionales, y gracias a ello, pudo ingresar al mundillo del ambiente artístico. “Fui varios años custodio de Julio Iglesias, después pasé, por intermedio de Juan Alberto Mateyko, al Puma Rodríguez. También trabajé con Luis Miguel, cuando él era chico”, contó.

Guillermo Gómez actuó como policía en distintas ficciones (Foto: captura TV)

Pero la gran oportunidad se dio cuando custodiaba a Xuxa, precisamente en el momento en el que la cantante brasileña era conductora de El show de Xuxa (1991), el cual se transmitía por la pantalla de Telefe, el mismo canal en donde, según él, “se le abrió el abanico”. “En ese momento que Telefe se larga como televisión federal, yo estaba como custodio de ella, la esperaba en la puerta y la acompañaba hasta la combi”, recordó, y luego reveló que en uno de esos días, mientras cumplía con su trabajo, una de las productoras de Amigos son los amigos, la novela cómica que protagonizaban Carlín Calvo y Pablo Rago, le dijo que “necesitaba un policía”.

Amigos son los amigos fue solo el comienzo. Después le llegó el turno de trabajar con Guillermo Francella para Brigada Cola (1992) y siguió en ¡Grande, Pá! (1991-1994), donde forjó una amistad con Arturo Puig, quien fue en varias oportunidades al Hospital Médico Policial Churruca Visca a llevar juguetes para los chicos. Más tarde, tuvo la oportunidad de estar en Mi cuñado (1993-1996) y en las dos temporadas de Montaña rusa (1994-1995).

Entre tantos éxitos, no podían faltar algunos de los títulos de Cris Morena, desde Chiquititas, Rincón de Luz y Rebelde Way, hata Floricienta y Aliados. Pero un día le llegó la posibilidad de actuar de sí mismo, es decir, del policía que detuvo a los miembros del clan Puccio, uno de los casos criminales más emblemáticos de nuestro país. A 35 años de la realidad, le tocaba la ficción y quién mejor que él para retratar en el barrio porteño de Floresta la caída de una parte de la banda.

Guillermo Gómez en Historia de un clan (Foto: captura)

“Me tocó en la ficción la detención de Gustavo Garzón y Pablo Cedrón, que ellos interpretaban a una parte de la banda, y después la otra brigada es la que se encargó de estar en la casa de los Puccio (ubicada en San Isidro)”, manifestó Guillermo.

Asimismo, comentó que destacó más la interpretación de Francella -en la película El Clan-, que la de Alejandro Awada en la serie Historia de un clan, en la que él participó: “Conociendo la historia y viviéndola, me gustó más el Puccio que hacía Guillermo, porque era un viejito que nadie le daba dos mangos… mataba a la gente, pero vos lo veías en el barrio y paraba de barrer para que todos pasen”.

Vecinos En Guerra!!

Entre tantos recuerdos, hay uno que no se le olvida, sobre todo porque hace menos de un mes se estrenó la serie de Cris Miró (TNT y Flow), que relata la historia de la actriz y vedette que allanó el camino para la visibilidad de la comunidad trans, con quien tuvo el placer de trabajar. “Hay una película que habíamos hecho que se llama Dios los cría. Soledad Silveyra, China Zorrilla y Cris Miró. En ese momento yo tenía que hacer un allanamiento donde caía presa Cris Miró”, comentó.

Guillermo Gómez trabajó con Cris Miró (Foto: Guillermo López)

Pero la actuación no es su único costado artístico, porque Gómez también se pierde entre la tinta y el papel. Además de las historias que podrían convertirse en adaptaciones para ficciones, le escribió un tango exclusivamente a Jorge Bergoglio y se lo alcanzó a Roma en 2014, un año después de su asunción como Papa.

Cada 24 de diciembre, Guillermo Gómez pone un Papa Noel en su balcón (Foto: Guillermo Gómez)

Entre tantas de las cosas que forman parte de su historia y de su identidad, hay una que se convirtió en una especie de religión, un clásico: cada 24 de diciembre, pone un muñeco de Papá Noel gigante en el balcón de su casa y recibe cientos de cartas; hasta imita la voz del gigante barbudo para quienes pasen por la vereda, piensen que están hablando con él. “Los chicos se sacan fotos. Además, el cartero del edificio se llena de cartas y es muy emotivo leerlas”, aseguró. Aquella pequeña, pero gran acción, es para que “los más pequeños no dejen de creer”, al igual que él, que nunca se resignó y que, sin imaginarlo, unió sus dos pasiones.

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