River te liquida de local. Aun sin jugar su mejor partido, igual te gana. Este domingo lo padeció Tigre, que se fue derrotado por 3 a 1 de Udaondo y Figueroa Alcorta, donde el equipo de Núñez tiene una estadística monumental. Durante el ciclo de Martín Demichelis sacó 93 de 105 puntos, tras 30 triunfos, 3 empates y apenas 2 derrotas. Cosechó el 88 por ciento de las unidades en juego. Y también tiene un centrodelantero magnífico. Una verdadera bestia negra. Es Miguel Borja, que rompe todas las redes. Y sus goles son cada vez más claves para que el equipo de Núñez sonría.
River pareció sobrar el partido por momentos. El mal presente de Tigre, sumado a su gran efectividad en Núñez, quizás lo relajaron. Encima, el Matador se complicaba solo. Casi se hace un gol en contra, salvado por Lomónaco en el inicio. Y unos minutos más tarde, el conjunto local se encontró rápidamente con la ventaja por un regalito del equipo de Sebastián Domínguez, pero luego entró en una nebulosa.
River estuvo desconcentrado. Y el Matador lo aprovechó en el primer tiempo. Le sacó la pelota y se la manejó durante varios minutos. Tanto, que le creó dos situaciones claras. Pero en una Blas Armoa, que entró solo por el medio al área, definió afuera y en la otra, Ferreyra estrelló su remate en el palo. La segunda jugada fue tras una gran apilada de Cardozo, que atravesó todo el mediocampo.
En esa zona River no se encontró. Esta vez, el doble cinco que Demichelis repitió del partido con Táchira no funcionó. Encima, Fosenca y Kranevitter (se fue lesionado en la primera parte y entró Aliendo para cumplir una función similar) jugaron posicionados en paralelo. Y por el hueco que dejaban, Gonzalo Maroni se entretenía con la pelota. Delante de ellos, Solari, Echeverri y Colidio quedaban alejados, sobre todo el ex Tigre. Entonces, River estaba inconexo.
Así y todo, River ganaba el partido desde antes del cuarto de hora con el gol convertido de penal por Borja, tras una mano de Ferreyra, que se pareció a un bloqueo de voley. Pero se confió el equipo local. Y antes de que los equipos se fueran al vestuario, Paulo Díaz falló, Armani salió apresurado, bajó a Armoa y Maroni puso el empate, también de penal. Los futbolistas de River se enojaron con él porque -por su pasado en Boca, seguramente- se fue a un corner a gritárselo a los hinchas de River, quienes después, en la segunda parte, se desquitarían a puro chiflido cuando el “10” de Tigre quiso hacer un gol olímpico y falló su intento.
Para el comienzo del segundo tiempo, Demichelis mandó a la cancha a Barco (por Colidio) para darle más vértigo al equipo. Y lo consiguió. Rápidamente volvió a ponerse en ventaja con una media vuelta de Borja. Y se enchufó Solari. A él -cuando se iba cara a cara con Zenobio- le hizo penal Tomás Fernández.
Borja lo cambió por gol para su segundo triplete desde que llegó a River, con el que alcanzó los 45 goles con la banda roja, superó a Antonio Alzamendi e igualó a su compatriota Radamel Falcao García en la tabla de goleadores extranjeros del club. E incluso pudo meter otro. Tuvo tres chances más. Pero en uno le erró al arco y los otros dos se los sacó Zenobio.
La capacidad de Borja fue aplastante para la defensa de Tigre. Y tras el tercer gol, el Matador se apagó. Ya no fue más el del primer tiempo y volvió en un abrir y cerrar de ojos a la pésima realidad que vive, la cual lo tiene último en la tabla anual, no ganó desde que Domínguez es el técnico y perdió 16 de los últimos 20 partidos que jugó.
Al partido le terminó sobrando media hora. Impensado en el primer tiempo. Pero la jerarquía de River fue letal para este Tigre abandonado que deambula y corre riesgo de descender. Basta con ver la tabla de posiciones para explicar los motivos por los que el equipo de Demichelis resolvió tan fácil un partido que se le había presentado más complicado en los primeros 45 minutos. Una ráfaga en el comienzo del segundo tiempo le alcanzó para sacarse de encima al Matador, que llegó como un tigre al Monumental y se fue como un gatito.
River, en cambio, volvió a rugir. Y Demichelis, que sigue dividiendo aguas entre los hinchas (algunos lo silbaron, otros lo aplaudieron antes del partido) respiró aire profundo con las dos victorias consecutivas en el Monumental, donde su equipo se siente muy cómodo. Los números así lo marcan.