El senador salteño, Juan Carlos Romero, fue el agente elegido por Guillermo Francos para facilitar una negociación política que se daba por caída
29/05/2024 – 20:33hs
Se veía venir un nuevo traspié de la administración de Javier Milei para dictaminar en el Senado la ley ómnibus o ley Bases, por la falta de apoyo de los senadores Martín Lousteau, y del santacruceño, José María Carambia que no quisieron suscribir el texto del oficialismo y que tampoco presentaron un despacho de minoría como esperaban los senadores libertarios que les hubiera permitido validar el suyo.
A ese contexto de desconcierto del presidente provisional del Senado, Bartolomé Abdala, y del jefe de la bancada libertaria, Ezequiel Atauche, para conseguir las firmas del dictamen de la ley ómnibus, se sumaron otras figuras de la Cámara Alta que tienen sus dudas, principalmente, con el capítulo del blanqueo y las privatizaciones como Guadalupe Tagliaferri del PRO, Edgardo Kuedier de Unidad Federal, Pablo Blanco de la UCR de Tierra del Fuego y el bonaerense radical Maxi Abad. Ninguno quería ser la llave que permitiera a la bancada de La Libertad Avanza abrir el juego en el recinto.
Descendió el nuevo jefe de Gabinete, Guillermo Francos, desde la Casa Rosada hasta los despachos del Congreso donde se cierran las negociaciones en el Senado y corrió a los negociadores del oficialismo, Abdala y Atauche, al tiempo que dio luz verde al salteño Juan Carlos Romero para que intente hacer magia en tiempo de descuento.
Tiempo de descuento porque el debate en comisión había terminado de manera adversa a los deseos del oficialismo y la posibilidad de firmar después de su finalización continuaba vigente, según los usos y costumbres y el reglamento interno de la Cámara Alta, por el cual un dictamen puede ser firmado, a pesar de que la comisión no esté funcionando.
Romero recorrió despacho por despacho de los que estaban en duda. Sorteando las oficinas de los intransigentes del Frente de Todos, mantuvo encuentros con la porteña Tagliaferri, el correntino, «Camau» Espínola, y el santacruceño Carambia que siempre amenazó con presentar su despacho de minoría.
Romero y Francos no los visitaron con las manos vacías, sino que enseñaron el dictamen del paquete fiscal por separado. En realidad, Francos utilizó una táctica pensada por Romero, una semana atrás, cuando el Jefe de Gabinete era Nicolás Posse y, que fuera rechazada por los principales negociadores de Javier Milei.
El oficialismo logró las firmas para el dictamen de la Ley Bases en el Senado
La idea del ex gobernador salteño Romero era que, ante el fracaso de la búsqueda de firmas para la ley bases en el plenario de comisiones, se pasara el dictamen de paquete fiscal en la comisión de Presupuesto para que, al menos nueve legisladores lo firmaran. Ese hecho, estimula a otros senadores para que debatan el proyecto.
Lo que hace siete días era una mala táctica parlamentaria para conseguir los dictámenes, trocó en esperanza y en la última chance para conseguirlos y coronó la jugada con éxito. Solo Martín Lousteau insistirá con su despacho de minoría para asegurarse el protagonismo político que intenta construir como contracara de Javier Milei.
Para abrir el debate se consiguieron las firmas de Carambia, Kueider y Tagliaferri y sus adhesiones fueron en disidencia. Mantendrán en el recinto sus diferencias con varios puntos de la ley Bases pero el gobierno logró, de esta manera, la mitad de las firmas de cada comisión donde se tramita la ley ómnibus y el paquete fiscal por separado.
Las disidencias, por lo general, se producen por dinero. El santacruceño Carambia exigía que se aumenten las regalías mineras al 15%. Y el nuevo jefe de Gabinete, regateó hasta que cerraron en 5%. Allí, el senador patagónico tomó su lapicera y firmó.
Lo insólito por lo áspero de las negociaciones se produce cuando se toma nota que al ingresar la ley ómnibus al Senado desde Diputados, con media sanción, el oficialismo necesitaba solo tres firmas para sacar el dictamen. Con el correr de los días, faltaban once o doce.
En este caso la muñeca política del tándem Romero-Francos permitió un respiro para una administración agobiada por los malos resultados legislativos.